Se trata de la "Mycocepurus smithii", la primera especie identificada por los biólogos que es capaz de reproducirse sin ningún tipo de intercambio sexual y de clonarse de manera natural.

El hallazgo, que publica la revista "Proceedings of the Royal Society B", constata que las hormigas reina de esta especie, que vive entre hongos que también se reproducen asexualmente, son capaces de copiarse a si mismas y de reproducir una descendencia que es genéticamente idéntica.

El equipo investigador, dirigido por la bióloga Anna Himler de la Universidad de Arizona (EEUU), identificó el ADN de las hormigas de esta especie y comprobó que todas eran clones de la reina.

Al diseccionarlas, comprobaron que estas hormigas son incapaces de aparearse, ya que una parte esencial de su sistema reproductivo está seriamente deteriorada e inhabilitada para la reproducción.

Himler destacó que la reproducción asexual de machos a partir de huevos no fecundados es un aspecto normal de la reproducción de algunos insectos, pero que la reproducción asexual de hembras es "excepcionalmente rara en hormigas".

"En insectos sociales, hay varios tipos diferentes de reproducción, pero esta especie ha desarrollado su propia y poco habitual manera", manifestó la bióloga en declaraciones a la BBC.

La investigación no determina las razones por las que esta especie ha evolucionado así, ni cuándo comenzó el proceso.

Himler señaló que la vida sin sexo tiene sus ventajas: "evita el coste energético de producir machos y dobla el número de hembras reproductivas que se generan en cada generación".

El descubrimiento de este equipo científico llegó casi por casualidad, ya que lo que Himler y sus colegas estaban investigando no era la rareza de una especie monosexual, sino otro aspecto igualmente interesante: su capacidad para cultivar cosechas.

"Las hormigas descubrieron la agricultura mucho antes que nosotros. Han estado cultivando huertas de hongos desde hace unos 80 millones de años", explicó la bióloga, quien indicó que las "Mycocepurus smithii" recogen "material de siembra, heces de otros insectos e incluso insectos muertos para abonar sus cosechas".

"Cuando empezamos a estudiar esta especie más de cerca, nos dimos cuenta de que no había machos y a partir de entonces fue cuando empezamos a mirar a estas hormigas de otra manera", dijo.