La operación intrauterina, que duró 50 minutos, se llevó a cabo el 9 agosto en Trieste (Italia), y es la segunda de este tipo que se realiza en Europa, tras un precedente en Sevilla, aunque en este caso se utilizó una técnica de reparación dérmica con menos riesgos de aborto y que permitió una mejor cicatrización de la piel del feto gracias a sustitutivos cutáneos y sellantes sintéticos.

La mielomeningocele, o espina bífida, es un desorden congénito, que provoca que la columna del feto no se cierre correctamente: los nervios quedan al descubierto, se genera un goteo de médula, y un quiste en la espalda que provoca alteraciones cerebrales graves como la hidrocefalia, así como parálisis de las extremidades inferiores, paraplejia o incontinencia de esfínteres.

Tras la pionera operación, la gestación continuó sin dificultad hasta la semana 32, cuando a la mujer se le practicó una cesárea -por motivos ajenos a la cirugía fetal- y alumbró una niña de 1,5 kilos que podía mover las piernas, y cuya lesión en la espalda se encontraba cerrada y cicatrizada.

Una resonancia posterior del cerebro y de la columna vertebral de Elisabetta demostró el cierre completo de la espina bífida, una situación neurológica "absolutamente normal" y que no había desarrollado hidrocefalia.

La niña podrá caminar, aunque tendrá algún problema de movilidad en su pie izquierdo, según ha explicado hoy la doctora Gloria Pelizzo, del departamento de cirugía pediátrica del hospital Burlo Garafolo de Trieste.

Pelizzo y el equipo del Vall de'Hebron responsable de la intervención han ofrecido hoy una rueda de prensa conjunta en la que han explicado que el programa de cirugía fetal de este centro barcelonés ha puesto al alcance de toda Europa esta alternativa quirúrgica, que facilita un mejor pronóstico vital y neurológico.

El equipo encabezado por los doctores César García Fontecha y José Luis Peiró, y las anestesistas Eva Andreu y Victoria López Gil, han destacado que el sistema intrauterino supone una alternativa para los casos de espina bífida que se diagnostican -unos 50 al año en Cataluña- ya que hasta ahora la mayor parte de las madres optaban por interrumpir el embarazo al conocer los riesgos.

Las operaciones posparto que se practicaban hasta la fecha a los niños que nacían con este desorden no evitaban unas secuelas muy grandes y malformaciones,

Peiró, coordinador de Investigación Fetal del Vall d'Hebrón, ha explicado que a esta mujer italiana que había decidido continuar con la gestación tras conocer que su futura hija sufría espina bífida a nivel lumbar se le ofreció esta posibilidad, que aceptó a pesar de tratarse de una técnica pionera, con pocas experiencias previas.

Una vez detectado el desorden genético, y para evitar riesgos tanto en la madre como en el feto, la operación ha de realizarse antes de la semana 29.

En el caso de la mujer italiana, que se encuentra perfectamente, al igual que su hija, que tiene ya cuatro meses, se le practicó una incisión de unos 10 centímetros en el útero para poder realizar la intervención, que en todo momento estuvo acompañada por un soporte logístico y quirúrgico propio llegado del hospital barcelonés.