La organización ecologista ha presentado el informe "Revolución Energética: una perspectiva energética mundial sostenible", elaborado por más de cuarenta especialistas, que muestra de una forma práctica cómo disminuir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero.

Este estudio está dirigido principalmente a los gobiernos que se van a reunir a partir del próximo 1 de diciembre en Poznan (Polonia) en la Conferencia anual de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

Greenpeace espera que en esta cita se sienten las premisas básicas de cara a la cumbre de Copenhague de 2009, en la que se deberá adoptar un nuevo acuerdo que sustituya al Protocolo de Kioto, para reducir las emisiones al menos un 30 por ciento en 2020.

El director ejecutivo de Greenpeace, Juan López de Uralde, ha considerado que el Planeta no puede seguir soportando las emisiones al ritmo actual y ha criticado que se está "mareando la perdiz" y "perdiendo demasiado" tiempo al discutir sobre "una alternativa falsa" como es la energía nuclear, que supone solo el 5 por ciento del total que se consume.

Por su parte, José Luis García, responsable de las campañas de energía de Greenpeace, ha explicado que la propuesta que plantea el informe se basa en lograr la equidad en el acceso a la energía a nivel mundial, en el abandono progresivo de las energías sucias y no sostenibles y en la eficiencia energética.

Se trata de llevar a cabo "una revolución en la forma que producimos, distribuimos y consumimos la energía", para lograr "un reequilibrio en el consumo energético mundial", ha dicho.

La organización ha calculado que con esta revolución energética se ahorrarían al año 14 billones de euros en combustibles para generar electricidad hasta 2030.

En caso de llevarse a cabo la propuesta, las emisiones de CO2 dejarían de crecer en 2015, momento en el cual empezarían a reducirse rápidamente hasta llegar a la mitad en 2030, sin necesidad de hacer uso de la captura y almacenamiento de carbono ni de la energía nuclear.

Al mismo tiempo, según Greenpeace, se asegura el acceso a la energía que puedan necesitar economías emergentes como China o India.

García ha explicado que una de las claves es la eficiencia energética, así como los cambios estructurales en la forma de producir la energía, mediante un sistema mucho más descentralizado que el actual.

La eficiencia energética lograría en 2020 un ahorro mundial de una cantidad de energía superior al consumo actual de Europa occidental y una reducción de la demanda mundial casi a la mitad en 2050.

El informe incide también en el sector del transporte y propone sustituir completamente el uso del petróleo en los vehículos por otros eléctricos a partir de energías renovables entre los años 2050 y 2085.

Frente al 18 por ciento actual, la organización ecologista plantea que un 32,5 por ciento de la energía sea renovable en 2020, y un 50 por ciento y el abandono total de la energía nuclear diez años después, hasta llegar al cien por cien antes de final de siglo.

La inversión en energías renovables necesaria para lograr la revolución energética ahorraría cinco veces el coste en combustible, según la organización, que prevé que entre 2015 y 2020 la mayoría de las renovables sean más baratas que el carbón.

Además, con la tecnología actual, las renovables podrían suministrar casi seis veces la demanda energética mundial.

Entre las medidas necesarias, Greenpeace pide acabar con las subvenciones a los combustibles fósiles y a la energía nuclear, internalizar los costes externos (sociales y medioambientales) de la producción de energía, una normativa estricta en materia de eficiencia y objetivos de obligado cumplimiento para las energías renovables y la cogeneración.