El cetuximab, un anticuerpo monoclonal extraído de líneas celulares de mamíferos, está revolucionando el tratamiento del cáncer colorrectal (CCR) metastático, el cuarto más frecuente en varones.

Con el uso de cetuximab en los pacientes con CCR, se ha pasado de tener una respuesta al tratamiento de un 20 por ciento (con nueve meses de supervivencia media) a un 60 por ciento (y más de dos años de supervivencia).

Este anticuerpo está dirigido específicamente al Receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR) y ejerce un efecto inhibidor sobre la proliferación de las células tumorales, su movilidad y su capacidad invasora.

En la actualidad se está investigando la aplicación de medicamentos comerciales como Erbitux (basado en esta misma sustancia activa) en otros tipos de tumores como los de cabeza y cuello, pulmón de células no pequeñas, gástrico o de mama.

Para desarrollar este anticuerpo se cultivan en laboratorio las líneas de células animales -las más comunes se denominan CHO, NSO y SP2/O- que siendo parecidas a las del hombre generan proteínas idénticas a las del cuerpo humano al insertar en ellas el gen adecuado.

La industria no ha tardado en abrir los ojos ante el prometedor panorama de los bio-fármacos, como demuestra el extendido uso que hoy se hace de productos basados en interferón beta-1a (extraída de células de mamíferos) para tratar la esclerosis múltiple (EM).

Un estudio de la epidemióloga americana Julie Stachowiak concluía que el uso de esta sustancia (comercializada bajo los nombres de Avonex, Rebif o Cinnovex) mostraba una reducción en la tasa de EM de entre un 18 y un 38 por ciento.

La farmacéutica alemana Merck ha presentado esta semana a periodistas europeos la ampliación de su Centro de Biotecnología en Vevey (Suiza), donde planean iniciar en 2012 la producción masiva de medicamentos basados en cetuximab e interferón beta-1a, entre otras sustancias activas (a día de hoy sometidas a pruebas clínicas) de origen biológico.

La clave en el proceso de creación de uno de estos medicamentos está en el uso de biorreactores, tanques de cultivo celular donde las condiciones ambientales -oxígeno, temperatura o Ph- son controladas escrupulosamente mientras el cultivo celular es insertado mediante perfusión.

A partir de este proceso, las células producen diferentes proteínas que los técnicos del laboratorio someten a centrifugación y purificación hasta obtener y aislar la proteína terapéutica deseada.

Para el vicepresidente de producción biotecnológica de Merck, Jonathan Barnsley, "el desarrollo de proteínas específicas que hacemos hoy en día tiene bastante en común con el uso de las levaduras o la producción de vino que se hacía 200 años atrás".

A día de hoy, la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA) ha concedido una opinión positiva para ampliar las indicaciones de éste fármaco e incluir su tratamiento en primera línea del carcinoma de cabeza y cuello en estado de metástasis, tras haber superado en resultados a sus variantes sintéticas, irinotecan y oxaliplatino.