Roald Hoffmann ha hecho esta manifestación durante la conferencia que ha impartido en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo en el marco de los actos que conmemoran el Día de la Química.

Los actos han sido organizados por el Foro Permanente de Química y Sociedad, el Colegio de Químicos de Asturias y León y la Asociación de Químicos del Principado de Asturias.

"Daño y beneficio" son los dos resultados que el premio Nobel de Química de 1981 ha destacado de esta ciencia, ya que según Hoffmann, ha sido capaz de fabricar medicamentos tan importantes como la penicilina y compuestos tóxicos capaces de destruir el medio ambiente.

Hoffmann se ha mostrado partidario de los beneficios y ha valorado los descubrimientos químicos como los que hicieron realidad la aparición de la quimioterapia y su importancia en la lucha contra cáncer.

Ha dicho que la quimioterapia, que comenzó a utilizarse en 1960, consiste en "alimentar al cuerpo con sustancias químicas que matan las células cancerosas", gracias a lo cual se ha conseguido salvar millares de vidas en el mundo.

El Nobel ha destacado durante su intervención la labor que todos los químicos de la historia han desarrollado.

"La química fue, y sigue siendo, el negocio de las sustancias y de las transformaciones", ha matizado.

Para explicar lo anterior ha realizado un recorrido histórico en el que ha relacionado la química y el arte, sus dos grandes pasiones.

Para Hoffmann las pinturas egipcias, los templos de la antigua Babilonia y las pinturas clásicas "guardan una relación", ya que sus pigmentos fueron "alterados" hace miles de años a través de técnicas químicas.

Ha recordado la labor que realizaron los alquimistas, "cuya vida no fue sencilla" debido a la persecución a la que fueron sometidos porque en la época en la que vivieron "esa protoquímica y la magia eran asimiladas".

"Los químicos modernos han logrado todo lo que quisieron lograr los alquimistas", ha comentado, "pero la química del siglo XXI carece del poder imaginativo de aquellos magos y científicos".

En este recorrido por la historia de la química, ha destacado la aparición del microscopio, que ha definido como "una manera de ver sin ver", un instrumento que permitió avanzar a esta disciplina, capaz de visualizar las partículas de la sangre humana.

"Las moléculas son sencillas y complejas, dependiendo de su estructura, al igual que lo son las partes de un templo", ha explicado.

Hoffmann ha comentado que la química, como la belleza, "no reside en el filo de lo sencillo porque el ser humano y la vida se enfrentan de forma continua al orden y al caos".