La estrategia de vida de muchas plantas anuales consiste en un rápido crecimiento seguido de la germinación y una transición rápida a la floración y la formación de semillas, para prevenir asi la pérdida de energía necesaria para constituir estructuras vegetales permanentes. Germinan rápidamente después del inverno de forma que dan lugar a nuevas plantas, y asi eliminan la necesidad de competir por la comida y la luz. El truco consiste básicamente en generar tantas semillas como sea posible en el menor espacio de tiempo.

Las plantas perennes han evolucionado más en sus estrategias de vida para sobrevevir en peores condiciones. Forman estructuras perennes tales como capullos, bulbos o tubérculos que soportan el invierno. Estas estructuras contienen células no especializadas que puden ser reconvertirdas para dar lugar a nuevos órganos como tallos u hojas.

Las plantas de temporada consumen todoas las células no especializadas en desarrollar sus flores. De esta forma la aparición de señales de floración anticipa el fin de la planta. Pero afortunadamente, dejan semillas que tras el invierno hacen revivir estas plantas. Las plantas son capaces de registrar la duración de los días. Con la llegada de los días largos en primavera, una señal es enviada desde las hojas para activar a los genes inductores del crecimiento.

DE PLANTA A ARBUSTO

Investigadores del Flanders Institute of Biotechnology (VIB) en Bélgica, han estudiado dos de los genes de las plantas inductores de la floración. Han conseguido desactivarlos en la planta Arabidopsis thalian, una común planta de temporada. Los científicos Siegbert Melzer y Tom Beeckman encontraron que las plantas mutantes no pudieron inducir más la floración, pero si podían continuar su crecimiento vegetativo, según el estudio publicado por el VIB y recogido por otr/press. Melzer encontró que las plantas de cosecha modificadas tampoco recurrrían a su almacén de células no especializadas, permitiendo como resultado un crecimiento perenne. De esa forma consiguieron que estas plantas de ciclo anual crecieran durante mucho más tiempo.

Como si se tratara de auténticas plantas perennes, estas plantas mostraban crecimientos secundarios dando lugar a la aparición a algo parecido a arbustos. Los investigadores quedaron fascinados por la evolución de estructuras herbáceas a leñosas. La investigación mostró con claridad que tan sólo dos genes son de hecho necesarios para lograr este proceso, algo que probablemente ha venido determinado por la evolución de las plantas. Además, consideran que no es incocebible que esta mutación haya podido ocurrir de forma aútonoma en múltiples ocasiones.