Los insectos quedaron atrapados en el ámbar hace 110 millones de años, cuando Cantabria estaba inundada por el mar y por amplios estuarios y lagunas costeras bordeadas por bosques de coníferas, que exudaron la resina que generó este yacimiento, probablemente uno de los más importantes de Europa o incluso del mundo, según han destacado hoy los investigadores que lo han descubierto.

Los autores del hallazgo son María Najarro, Enrique Peñalver e Idoia Rosales, quienes han destacado que el yacimiento presenta una acumulación de masas de ámbar "excepcional", lo que se une a que son muy escasos las yacimientos de este periodo que existen en el mundo.

Además de pequeñas avispas, moscas, chinches, arañas, cucarachas y mosquitos chupadores de sangre que se alimentaban picando a los dinosaurios, el ámbar de El Soplao encierra una tela de araña distinta a la que ya se había descrito en un yacimiento de Teruel y que despertó un gran interés entre los científicos. También contiene restos fósiles de coníferas y el fragmento de ámbar azul más antiguo que se ha datado.

El yacimiento, que permitirá profundizar en los ecosistemas de la era de los dinosaurios "a varias generaciones de paleontólogos", ha aflorado durante las obras de la carretera de acceso a la cueva de El Soplao, de la que dista tres kilómetros, y es el primer logro de los trabajos que se están haciendo en esta zona tras el convenio que firmaron en diciembre de 2007 el Instituto Geológico y la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria