Así lo explicó a Efe Carlos de Miguel, que es el jefe de este proyecto que está llevando a cabo la multinacional de TI Indra, cuya aplicación permitiría, por ejemplo, el paso sin riesgos de líquidos en los aeropuertos, y asimismo un mayor control de los terroristas, ya que se agilizaría la detección de trazas de explosivos y otras sustancias perniciosas, contenidas en mínimas cantidades ubicadas sobre superficies como maletas, carnés, pasaportes, tarjetas, y también explosivos líquidos en recipientes no opacos.

El desarrollo de este detector de explosivos, pequeño sólo en tamaño que no en aplicaciones y que ocuparía tan sólo en torno a la tercera parte de una caja de zapatos, está previsto que esté concluido el próximo otoño, y su coste estimado sería entre 2 y 5 veces menor que el de otras técnicas como la espectroscopía de movilidad iónica que se usa en la industria.

Este proyecto, denominado "DIRECT2", está siendo dirigido por Indra, con la ayuda de una pyme israelí, y el mismo se encuadra en el marco de la red Eureka, diseñada para la coordinación de iniciativas europeas de I+D; en España, el CDTI ofrece instrumentos financieros a las empresas, como un tramo no reembolsable del 25 por ciento.

Entre las desventajas de los actuales detectores figuran su elevado coste, los largos tiempos de muestreo y preparación de la muestra, la posible contaminación del detector o el operador y la poca fiabilidad de los sistemas, que proporcionan un elevado número de falsas alarmas y dificultades para incorporar nuevas sustancias en los algoritmos de detección.

Este proyecto Eureka tiene como objetivo el desarrollo de un espectrómetro Raman, una técnica de medición de la radiación de la luz, mejorado con la tecnología Crystal/Grating (CGRS o Cristal/Grating Raman Spectrometer, en sus siglas en inglés), optimizado para la detección y análisis de explosivos.

Según el jefe del proyecto, las trazas detectables con este dispositivo serían "del rango de microgramos (millonésimas de gramo), es decir, polvillo de material", pero lo que todavía no está concretado es cómo se realizará el proceso de detección, es decir, si directamente "in situ" sobre superficies que puedan contener restos de explosivo, o trasladando la muestra al detector en cuestión, tras recogerla con un trapo o con equipamiento especialmente diseñado para extraer partículas de maletas o contenedores.

En cualquier caso, matizó, este siguiente paso para el análisis de las muestras, cuyo resultado se obtendría en cuestión de segundos, formaría parte de una segunda fase del proyecto, una vez concluida la primera, centrada en el funcionamiento de este aparato, que mejora las actuales técnicas en el ámbito de la espectroscopia, incrementando la resolución del análisis y reduciendo a la mitad los costes, en comparación con los actuales procedimientos en este ámbito.