La alianza de las agencias estadounidense y europea se materializará en el proyecto LISA, que tratará de comprobar, por primera vez en la historia, la existencia de la radiación gravitatoria, es decir, las ondas que se generan en grandes cataclismos astrofísicos, como por ejemplo en la colisión de dos estrellas, de dos agujeros negros o en la explosión de una supernova.

La medición de estas ondas abrirá una ventana hasta hoy inexplorada en la observación del Cosmos y ayudará a comprender el misterio de los agujeros negros que se produjeron "en el inicio del Universo, cuando las galaxias eran muy jóvenes", ha explicado a EFE el físico canadiense Clifford Martin Will, investigador del Instituto de Astrofísica de París y de la universidad gala Pierre et Marie Curie.

El proyecto LISA consta de tres naves espaciales que orbitarán alrededor del Sol, configurando un triángulo equilátero, a unos cien millones de kilómetros entre ellas. Cada nave enviará a las otras dos un haz de luz que permitirá detectar cualquier ínfimo movimiento que experimenten, incluso si es del tamaño del núcleo de un átomo.

Aunque estaba previsto que estos tres satélites se enviaran al espacio en el año 2011, la fecha de lanzamiento se ha pospuesto, por el momento, hasta el 2018, debido al alto coste de la operación, que supondrá una inversión de más de 2.000 millones de dólares, y al "gran desafío técnico" que supone un proyecto de tal envergadura.

"El día llegará, puede ser que tarde, pero llegará", subraya Clifford Martin Will, que el pasado año fue elegido miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.

Hace casi cien años que el físico de origen alemán Albert Einstein elaboró su Teoría de la Relatividad General, en la que predecía la existencia de las ondas gravitacionales, que se propagan a la velocidad de la luz y que son alteraciones de la geometría espacio-tiempo.

Estas ondas todavía no se han podido detectar directamente, pese a que la teoría que formuló Einstein ha sido verificada empíricamente por numerosos investigadores de todo el mundo.

"El hecho de no detectar las ondas también sería un descubrimiento muy importante -señala Martin Will-, ya que tendríamos que empezar todo de cero, pero eso es muy poco probable, dado que muchos experimentos han demostrado que la teoría de Einstein es muy correcta".

Pero cuando se trabaja en la frontera, siempre existe el riesgo de no encontrar lo que se busca. "Eso hace que la ciencia sea tan imprevisible y emocionante", precisa este experto, que la semana pasada participó en el congreso bianual de LISA, celebrado en el museo Cosmocaixa de Barcelona y que congregó más de 200 científicos de Europa y Estados Unidos implicados en este proyecto.