En una entrevista con Efe, unos días antes de cesar como delegado científico de España en el Consejo del CERN, Manuel Aguilar explicó que "quedan pendientes de enfriamiento a -271 grados centígrados unas 10.000 toneladas para completar que el total de la masa fría del acelerador, 40.000 toneladas, pueda funcionar en las condiciones previstas".

Manuel Aguilar, que es director del Departamento de investigación básica del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), viajó esta semana al CERN (Laboratorio Europeo de Física de Partículas), junto a Ginebra, para asistir a una reunión relacionada con la ceremonia de inauguración oficial del LHC, prevista para el 21 de octubre.

A su regreso a Madrid, señaló que esas 10.000 toneladas de masa señaladas se corresponden con "la cuarta parte de la máquina, que es lo que queda pendiente de ser enfriado como el resto, a -271 grados centígrados (temperatura más fría aún que la del Universo)"; no obstante, avanzó que "esta semana se inició el enfriamiento de esa parte pendiente".

Según sus informaciones, el proceso se desarrollará sin problemas para la inminente puesta en marcha del LHC, un acelerador de 27 kilómetros de circunferencia instrumentado con grandes imanes superconductores (cuya operación necesita las bajas temperaturas señaladas) y cuyo objetivo es desentrañar la estructura última de la materia, las propiedades de las fuerzas fundamentales y las leyes que gobiernan la evolución del Universo.

De acuerdo a sus previsiones, podría tardarse como mínimo dos años hasta que la máquina esté plenamente operativa, porque habrá que construir "parte del hardware destinado a las regiones de interacción para la obtención de determinadas prestaciones".

Al principio, explicó, las prestaciones de esta máquina, en cuyo interior colisionarán protones que viajan a velocidades próximas a la de la luz (300.000 km/segundo), serán del orden del 1 ó 2 por ciento respecto de lo especificado en el proyecto, y las mismas aumentarán "poco a poco, de modo que el año próximo funcionaría con luminosidad de entre el 10 ó 20 por ciento de su capacidad final".

La instalación se pondrá en marcha en agosto pero con prestaciones limitadas, con el inicio del proceso de inyección a mediados de julio, y se espera que se necesitarán entre seis y ocho semanas para lograr que la máquina funcione de manera que los datos sean utilizables para hacer investigación.

Aunque el proceso de interpretación de datos será complejo, se prevé que algunos resultados de los experimentos podrían publicarse ya en revistas especializadas antes de finales de este año.

Esos primeros datos desvelarían características generales, por ejemplo, cierta información sobre la frecuencia de interacción (a una energía nunca explorada hasta la fecha) o del número de partículas cargadas y neutras producidas en las colisiones.

Para la obtención de hallazgos novedosos habría que esperar previsiblemente al menos hasta finales del año próximo, añadió.

La máquina se ubica en un túnel a una profundidad que oscila entre los 50 y los 120 metros, y se divide en ocho sectores, seis de los cuales están ya enfriados a -271 grados.

La misma se basa en una red magnética, con dos tubos de vacío por los que circulan protones en sentidos opuestos, y consta de 1.232 imanes dipolos (de 15 metros de longitud cada uno de ellos) y 392 cuadrupolos (de unos 6 metros cada uno de ellos), aparte de miles de imanes pequeños.

Dispone además de un sistema de aceleración basado en cavidades de radiofrecuencia superconductoras que permite incrementar la energía de los haces en un factor 15 en unos 30 segundos.

Cuando la máquina funcione a pleno rendimiento se producirán en las regiones de interacción mil millones de colisión por segundo, de las que aproximadamente sólo una entre un billón serán verdaderamente interesantes.