Kunzli ha asegurado que, si bien hay evidencias de que los coches diesel pueden causar una isquemia que puede acabar en infarto de miocardio o en una trombosis, el debate actual estriba en saber hasta qué punto la contaminación puede ser la causa de la arteriosclerosis, y su papel como detonante en el desencadenamiento de un infarto.

Según este experto, algunos estudios epidemiológicos ya han confirmado que en los días de más contaminación hay más personas que sufren un ataque cardíaco, y lo que ahora se plantean los investigadores es si esta exposición diaria a la contaminación juega un papel mucho mayor del que se pensaba hasta ahora.

También ha recordado que no hay que olvidar que en estas patologías intervienen otros factores de riesgo como el tabaco, los hábitos de vida o el exceso de peso, que influyen sobre la salud cardiovascular.

Kunzli ha recordado que en un estudio que llevó a cabo hace unos años en Los Ángeles (EUA) se vio que las personas que viven en zonas más contaminadas tienen las arterias con más grosor que las que viven en zonas menos urbanas, y esto puede ser debido a ateromas.

También ha anunciado que en algunos pueblos de Girona se está estudiando esta posible relación entre contaminación e infarto, y se ha invitado a unas 1.500 personas a que accedan a dejarse medir el grosor de una parte de la arteria coronaria para saber su posible relación con la contaminación y el lugar en el que viven.

Según ha indicado, este estudio de Girona, que coordina en colaboración con Jaume Marrugat, se inició hace un año y está previsto que el año que viene se puedan presentar algunas de sus conclusiones.

Ha remarcado que otro trabajo llevado a cabo en Alemania por Barbara Hoffman, de la universidad de Essen, ha demostrado que la gente que vive cerca de zonas de mucho tráfico tiene un riesgo más alto de tener un infarto, aunque también se está estudiando el efecto que el ruido, como generador de estrés, tiene que ver en esta situación.

Asegura, sin embargo, que lo que sí está bastante claro es que las personas que viven en zonas de mucha circulación, como puede ser en Barcelona la Via Laietana, tienen más calcificaciones en las arterias que otras de un entorno menos contaminado.

En este sentido, ha remarcado que los residentes en esta calle o en otras similares, en las que hay mucho tráfico, ingieren unas cinco veces más de partículas contaminantes que en otras vías