Este procedimiento favorecería principalmente a los enfermos cardiovasculares, que podrían beneficiarse de las propiedades saludables del vino sin ingerir alcohol, según un comunicado de la Universidad.

El proceso consiste en una reducción o eliminación del etanol con objeto de conseguir una bebida procedente del vino, pero sin grado alcohólico.

Los condicionantes son que "la eliminación del alcohol puede producir rechazo sensorial por parte del consumidor, por lo que es indispensable hacer aceptable al gusto el nuevo producto" y "conservar los compuestos fenólicos necesarios para no mermar sus propiedades antioxidantes".

"Al reducir el contenido alcohólico a 5 grados, las cualidades sensoriales de la bebida siguen siendo aceptables al paladar. Los problemas aparecen por debajo de ese nivel, por lo que también tenemos que obtener nuevos aromas para hacer el producto más apetecible", explica la responsable del proyecto y profesora de la Universidad de Sevilla, María del Carmen García Parrilla.

Para esta investigadora, "es deseable mantener la composición química del vino, conservando sus efectos saludables, que son beneficiosos para un grupo de población que no puede o no debe ingerir alcohol. Además, se podría proponer como alternativa para disminuir el consumo reiterado de alcohol que se da en la juventud".