En "Hedi, un viento de libertad", casi es posible notar cómo sopla esa brisa, al lado del mar, mientras el protagonista de la película se debate entre lo que cree su obligación, lo que dictan las normas, y lo que le susurra su corazón y sus sueños, que va más allá del corsé que las costumbres de su entorno y de su familia quieren imponerle.
El tunecino Mohamed Ben Attia se pone de largo con esta película producida por los Dardenne, y algo de los hermanos belgas y de esa textura real que transmiten con sus obras se ha contagiado a esta ópera prima que va más allá de que su maravilloso actor principal (Majd Mastoura) pueda ser el símbolo de un país a caballo entre la tradición y la modernidad.
