Compludo se halla en el amplio término de Ponferrada, en pleno Bierzo leonés. En tiempos fue el recóndito lugar (hacia el año 640) escogido por San Fructuoso para alzar el primer monasterio de lo que después se conocería como Tebaida Berciana. El entorno natural parecía servir de perfecto refugio a anacoretas, al igual que lo fue el desierto de La Tebaida para los primeros ermitaños cristianos. De ahí el nombre de esta trayectoria de fundaciones que hoy también designa una senda circular que armoniza a la perfección historia y paisaje.
Se accede a Compludo a través de la carretera que une Molinaseca y El Acebo, por una arteria local bien señalizada. Del monasterio quedan los restos hallados en las excavaciones y musealizados, pero lo que ha dado fama al pueblo -entre su patrimonio- es la herrería hidráulica, construcción medieval declarada Monumento Nacional. A la hermosura del paraje natural en el que se ubica -se llega por un sendero a la orilla del río- suma el ingenioso sistema de aprovechamiento hidráulico para realizar las actividades de la forja que aún funciona, que la ha convertido en un reclamo turístico de primer orden, dada su antigüedad.
Se supone construida en el siglo VII sobre roca viva, al amparo de las fundaciones de San Fructuoso, aunque nuevos estudios sitúan su construcción en una época más reciente. El agua de los ríos Miera y Meruelo es conducida a través de un canal hasta un depósito del que cae con fuerza sobre el ingenio hidráulico. Se conserva en perfecto estado el mazo y la fragua a la que se le inyecta aire a través del efecto Venturi. Además, en la localidad se encuentra la iglesia de San Justo y San Pastor, del siglo XVI, con interesante arquitectura. Muy cerca están las cascadas del Gualtón, las más altas de El Bierzo, con cerca de treinta metros de caída.
Se llega a la pequeña población de Compludo saliendo de Ponferrada en dirección a Molinaseca, declarada Bien de Interés Cultural al tratarse de una villa de origen medieval con importantes monumentos. Las casas nobles con escudos y las calles típicas bercianas muestran una localidad con un gran pasado. Destaca la calle Real, también conocida por la calle de los Peregrinos al formar parte de la Ruta Jacobea que transcurre por aquí.
