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Elige "Trainspotting", veinte años después

La película que marcó a una generación a mediados de los noventa vuelve hoy a las pantallas con una secuela que retoma el humor salvaje de la anterior y añade nostalgia. El director Danny Boyle vuelve a contar con los actores originales: Ewan McGregor, Robert Carlyle, Jonny Lee y Ewen Bremmer

Ewan McGregor (izda.) y Robert Carlyle, en una imagen de "T2: Trainspotting". // Jaap Buitendijk

Muchas cosas han cambiado en estos veinte años, ya 21 desde el estreno de "Trainspotting", el 23 de febrero de 1996 (a España llegó 7 meses más tarde). Para empezar, Lou Reed, David Bowie y George Best han muerto, e Iggy Pop, del que se cuestionaba incluso en la película que siguiera vivo entonces, continúa entre nosotros, cantando y haciendo anuncios de tónica. Ewan McGregor es toda una estrella y Danny Boyle, uno de los directores más reputados. Eso, en el mundo real, porque en la ficción -en el caso de "Trainspotting", tan cruda como la vida misma- estamos a punto de averiguar qué han estado haciendo estas dos décadas los mismos personajes de la primera entrega: Renton (Ewan McGregor), Begbie (Robert Carlyle), Sick Boy (Jonny Lee Miller) y Spud (Ewen Bremner).

Ha dicho Danny Boyle en el Festival de Berlín que esta secuela puede disfrutarse sin haber visto la anterior. En cualquier caso, hay que remitirse a la situación que dejó "Trainspotting" para explicar el punto de despegue de esta "T2" (ojo, que eso nos obliga a contar el final de la primera). La acción de "T2" comienza en Amsterdam y se traslada a Edimburgo, ciudad escocesa (junto con Glasglow) donde se rodó la primera. La incógnita es si Renton "eligió vida" y se convirtió en un padre de familia como prometió o si se fundió las 16.000 libras que robó al resto de la pandilla. Hay que saber también qué hizo Spud, heroinómano sin solución, con las 4.000 libras del botín que le dejó Renton, y si Begbie tiene todavía ganas de matarle por haber huido con la pasta.

Obviamente, "Trainspotting" es más que un drama con tintes de comedia -o viceversa-, es una película de culto y un fenómeno generacional con la que se identificó parte de la juventud de la década de los noventa. Hay en "T2" un ingrediente de nostalgia, un sentimiento que, como advierte Danny Boyle, tiene sus peligros: "Hay que mantenerla bajo control o acabas viéndote como un turista de tu propia juventud", subraya.

En realidad, el tiempo transcurrido es el principal aliciente y motivo para esta secuela largamente planeada. "El retraso no fue exactamente deliberado -dice el director-, hemos hablado sobre hacer otra [película] durante años. Pero, en realidad, es lo que da a la película su razón de ser. Cuando pones a los actores lado a lado, la comparación de cómo eran hace 20 años atrás, es brutal. Lo miramos hace 10 años y los actores no parecían tan distintos. ¡Yo solía bromear con ellos sobre su uso de cremas hidratantes! Pero 20 años es mucho tiempo y se nota", admite Boyle.

El actor Jonny Lee Miller (Sick Boy), insiste en que esta no es una secuela al uso. No se limita a desvelar quién se salió con la suya y quién se vengó, sino que plantea cuestiones más profundas: ¿Cómo es el proceso de hacerse mayor? ¿Qué le ha ocurrido a los personajes y cuáles son las implicaciones?

John Hodge, guionista de la película de 1996, hizo dos intentos infructuosos hasta dar con un guión convincente. Se basó en dos novelas, la original "Trainspotting", de Irvine Welsh, y "Porno", la secuela escrita por Welsh diez años más tarde.

El responsable de montaje de "T2", Jon Harris, señala que en todas las películas de Danny Boyle en las que ha trabajado ("Slumdog millionaire", "127 horas", "Trance", "Steve Jobs") se desprende una profunda preocupación con la memoria y el pasado, que se acentúa aún más en "T2". Boyle añade que también la película trata sobre la masculinidad a través del tiempo. "Es la diferencia entre la infancia y la madurez -explica-. La irresponsabilidad de la niñez en la primera entrega, cuando nada importa un bledo, menos aún el tiempo -o, más bien, no crees que así sea-. ´T2´ le da un giro: es al tiempo a quien tú no le importas un bledo". Una teoría que firmaría sin dudarlo Sick Boy.

I El director IDe independiente a imprescindible

  • Como Martin Scorsese, John Woo y M. Night Shyamalan, Danny Boyle (Radcliffe, Gran Mánchester, 1956) iba para cura. "Es básicamente el mismo trabajo, decirle a la gente lo que tiene que pensar", ironiza Boyle, que ganó el Óscar al mejor director por "Slumdog Millionaire" (2008) y deslumbró al mundo con la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres (2012), para la que llegó a convencer a la reina Isabel II para que hiciera un cameo. Tras hacer carrera en la televisión, debutó en el cine con "Tumba abierta" (1995), ganadora del BAFTA a la Mejor Película. Comenzaba así una fructífera colaboración con el productor Andrew Macdonald, el guionista John Hodge y el actor Ewan McGregor, que continúa hasta hoy.

I Banda sonora IEntre la nostalgia y la vanguardia

  • No solo la película marcó un hito, la banda sonora de "Trainspotting" reflejó como pocos discos el carácter de su época. Reunió lo nuevo (Pulp, Underworld, Blur, Elastica, Letfield, Primal Scream, Damon Albarn...) con lo veterano (Iggy Pop, Lou Reed, Brian Eno...) e hizo que muchos fueran a ver la película solo por la música y que algunos se compraran la BSO sin haber visto la película. La banda sonora de "T2", disponible desde hace un mes en digital y que hoy mismo se publica en CD (para el vinilo hay que esperar hasta junio), incluye canciones añejas de Blondie, Queen, Run DMC y The Clash, así como una remezcla del "Lust for Life" de Iggy Pop a cargo de Prodigy. También presenta cortes de bandas más actuales, como Fat White Family, Rubberbandits, Wolf Alice y especialmente Young Fathers, de Edimburgo. "Son el palpitar actual de esta película y nos protegen de cualquier ataque de nostalgia -comenta Boyle-. Wolf Alice viene de mis hijas y sus gustos inspiradores. ¡Y The Rubberbandits es lo que John Hodge ve en casa cuando debería estar escribiendo!".

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