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Nos gustan las despedidas

Hoy hace cuarenta años que se celebró "El último vals", el concierto de adiós de The Band, que fue grupo de Bob Dylan y publicó discos fundamentales en la historia del rock, como "Music from Big Pink" (1968). El sello Rhino reedita con extras aquella excepcional reunión de talentos

The Band, sobre el escenario. De izquierda a derecha, Richard Manuel, Robbie Robertson, Rick Danko, Levon Helm y Garth Hudson, en una imagen de la película "The Last Waltz". // MGM

The last waltz", "El último vals", empezó como un concierto, terminó como una celebración y ha pasado a la historia como una leyenda, por la magia de las interpretaciones y la confluencia de talentos delante y detrás de las cámaras. Fue el 25 de noviembre de 1976, hace ahora 40 años, pero sus ecos resuenan aún hoy.

The Band llevaba 16 años de trayectoria y había llegado a un punto de hartazgo similar al que habían alcanzado los Beatles diez años antes, en la época de "Revolver". "No podría vivir con veinte años a la carretera", le dijo Robbie Robertson, líder de The Band, a Martin Scorsese. La idea de un concierto de despedida surgió a comienzos de 1976, después de que el pianista Richard Manuel resultase herido en un accidente náutico. Robertson pensó en dejar The Band y que esta se convirtiese únicamente en un grupo de estudio, como los Beatles. Los otros miembros no estaban de acuerdo con su decisión, pero llegó el adiós.

Eligieron el Winterland Ballroom de San Francisco, la sala de Bill Graham, famoso promotor de esa sala y del también mítico Fillmore de la ciudad californiana. En el Winterland habían debutado en 1969. Tras invitar a Ronnie Hawkins, al que acompañaron en sus inicios, y a Bob Dylan, al que costó mucho convencer, comenzó a tomar forma "El último vals" como reunión de buena parte de lo más granado del rock del momento: Neil Young, Muddy Waters, Eric Clapton, Van Morrison, Ringo Starr, Joni Mitchell, Emmylou Harris, Neil Diamond, Ronnie Wood, Paul Butterfield, Dr. John... Robbie Robertson pensó incluso en invitar a George Harrison, aunque a día de hoy no recuerda bien si llegó a intentarlo.

La bola de nieve fue creciendo. Robertson pensó que había que inmortalizar aquello de alguna forma, y contactó con Martin Scorsese, que estaba trabajando en "New York, New York". El director neoyorquino se entusiasmó por aquel evento que señalaba, dijo, "el final de una era". "No podía dejar escapar la oportunidad, tenía un deseo loco de convertirlo en película y de ser parte de ello", dijo.

En un principio no había contrato ni acuerdos sobre retribuciones. El lema de Scorsese era "olvida el presupuesto, piensa en el ideal", y no escatimó en medios materiales ni humanos. Reclutó a Boris Leven, uno de los grandes diseñadores de producción de Hollywood, que trabajó en "Sonrisas y lágrimas" (1965) y ganó el Óscar por "West Side Story" (1961). Scorsese lo conocía de "New York, New York", que se estrenaría en 1977. Alquilaron la escenografía de "La traviata" de la Ópera de San Francisco, que junto a las luces a pie de escenario y tres grandes lámparas de araña constituyeron el fondo con el que jugó Scorsese para sus planos. Como director de fotografía, nada menos que Michael Chapman, colaborador de Scorsese en dos de sus obras maestras, "Taxi driver" (1976) y "Toro salvaje" (1980).

La realización fue planificada al detalle. Scorsese apuntó cada tiro de cámara y la iluminación específica junto a las letras de las canciones. "Pensé: este tío es serio, lo está haciendo como Alfred Hitchcock", dijo Robbie Robertson en un documental por el 25 aniversario del concierto.

Las cámaras no debían interferir con la música. Robertson no quería primeros planos del público "volviéndose loco, mascando chicle o colocado", y Scorsese optó por tomas inversas, desde bambalinas, en las que aparecen los músicos de espaldas y el público al fondo.

Al principio del concierto, el nivel de volumen estaba demasiado alto y Scorsese no tenía forma de decírselo a los técnicos de sonido, así que tuvo que chillar. Tras la energía de la primera canción, "Up on Cripple Creek", el director italoamericano se tranquilizó. Supo entonces que iba a ser un concierto memorable. "Cuando los artistas pasaban uno tras otro fue como un tratamiento de shock -ha explicado Robertson-. Alcanzamos uno de esos momentos de magia en los que estás más allá de recordar [lo que vas a tocar]. Simplemente lo haces. No puedo describirlo en palabras".

En directo siempre hay imprevistos. "Hubo cámaras que se quedaron sin película -apunta Scorsese-. Y los motores de las cámaras se quemaban". Uno de los momentos en los que hubo que hacer un paréntesis fue la canción "Mannish boy" con el mítico bluesman Muddy Waters. Pero el director dio marcha atrás a su decisión: "La gente estampaba sus pies en el suelo al ritmo de la canción y la sala se estremecía, era como una ceremonia religiosa, una catedral loca". En vista de aquello, Scorsese ordenó a gritos que todo el mundo se pusiese a filmar. Solo un operador de cámara, Laszlo Kovacs, recogió desde el principio la actuación de Muddy Waters. Por suerte se había quitado los cascos, harto de las constantes instrucciones de Scorsese (célebre por la tremenda velocidad a la que habla), y no había oído la orden inicial de parar. Solo al final de la canción se incorporaron más cámaras.

Hubo otros momentos mágicos imprevistos. Durante su primer solo en "Further on up the road", a Eric Clapton se le desenganchó la correa de su guitarra. Gritó "¡Rob!" y Robbie Robertson le tomó el relevo, ejecutando un solo memorable.

Las drogas estuvieron muy presentes. Hasta Scorsese consumía cocaína entonces. Le borraron un rastro de coca de la cara de Neil Young en la postproducción.

En la película falta Stephen Stills, que llegó tarde y solo participó en una jam, y Levon Helm cuestionó la presencia de Neil Diamond, decía que no pegaba con The Band. No fue su única queja. Después lamentó el excesivo protagonismo que a su juicio otorgó Scorsese en el metraje a Robbie Robertson, que a raíz de esta película se convirtió en asesor musical del laureado director, desde "Toro salvaje" (1980) a "Shutter island" (2010). Helm, fallecido en 2012, dijo que The Band "parecía la banda de apoyo de Robertson", en detrimento suyo y de Garth Hudson, y dijo que ni Hudson, ni Richard Manuel (que se quitó la vida en 1986), ni Rick Danko (fallecido en 1999) ni él habían recibido un céntimo por los diversos lanzamientos realizados tras el proyecto.

Reedición

Cuarenta años después de aquel jueves de Acción de Gracias de 1976, "El último vals" -que llegó a las pantallas en 1978- continúa siendo un hito inigualable, una de las películas de rock más redondas de la historia y un espejo en el que continúan mirándose muchos músicos de hoy. Estos días se ha reeditado en varios formatos, incluyendo por primera vez el esquema de rodaje de Scorsese, Blu-ray, vinilo en seis discos y la inclusión de audio y vídeo en el mismo paquete. Entre las rarezas no incluidas en la película, "Furry sings the blues", con Joni Mitchell, y "All our past times", con Eric Clapton, además de ensayos de "Caravan", con Van Morrison, y "Such a night", con Dr. John.

Nunca una despedida dio tanto de sí. No olvidéis el consejo inicial de la película: "¡Póngase a todo volumen!"

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