Hay héroes que visten capas y pueden volar. Otros apenas son capaces de moverse, pero sus hazañas superan a las de cualquier Hércules de pacotilla cuyo único mérito es la fuerza. Frente a ella, el arma de Ramón Arroyo, el joven diagnosticado de esclerosis múltiple al que le auguraron que no sería capaz de recorrer ni cien metros, es la voluntad. El realizador Marcel Barrena logra trasladar esta idea en la película, aunque a costa de abusar un poco del sentimentalismo y la emoción.
Aun así, y a pesar también de que la producción no renuncia a recurrir a muchos de los tópicos del cine de superación y la previsibilidad es la marca de la casa, la película es entrañable y simpática y combina la tragedia con la ternura y el buen humor. Además, es de esas historias que sí o sí hay que contar. Y admirar.
