El caso de "Spiderwoman: cambio de marcha" (Panini) no es único ni pionero en los tebeos de superhéroes. Mamás/papás con poderes y grandes responsabilidades ya ha habido unas cuantas y unos cuantos, pero lo que no es tan habitual es tratar el tiempo de pre y post parto con la frescura y naturalidad de este cómic. Ni trascendencias (estilo "Miracleman") ni culebrones (como cuando John Byrne decidió que Sue Storm, de Los 4 Fantásticos, se quedaba embarazada en un universo paralelo). "Spiderwoman" mantiene como serie regular sus constantes, es una historia de género sofisticada, salpicada por la comedia y almizclada con diálogos y poses "modernas", supuestamente afines a los nuevos lectores 2.0. Y a ese patrón añade la circunstancia narrativa de la maternidad.
Bien, está claro que la premisa puede dar mucho más de sí, porque hay pocos asuntos tan trascendentes y fascinantes para el ser humano como tener un hijo, pero no creo que esa sea la intención de sus autores, sino mantener su sitcom añadiendo la salsa argumental de un embarazo y la primera, difícil y absorbente maternidad.
Parto
Hopleless introduce a su "embarazadísima" en una clínica de parto cósmica que recibirá el ataque de la raza extraterrestre skrull, orquestado un lío fino en un lugar repleto de mujeres extraterrestres a punto de dar a luz. Es un relato entretenido que palidece, sin embargo, ante el capítulo final de este libro, en el que se analizan las primeras semanas de vida de un hijo y cómo inciden (con efectos más devastadores que un plan de Loki) en la vida de la protagonista. Algo enfático, pero repleto de grandes verdades entre la risa y lo temible, esta historia resulta un colofón fantástico para este libro.
A mayores Javier Rodríguez sigue creciendo como ilustrador y narrador, plasmando ideas inventivas y brillantes (cf. esa salida de farra con amigas de la madre novata, donde los diálogos son sustituidos por "emotis" de whatsapp) y se postula como uno de los mejores ilustradores de la actual Marvel.
