Tokyo Zombie", de Yusaku Hanakuma, es una obra importante. A Hanakuma se le suele señalar como uno de los principales baluartes del "heta-uma" (esto es, "malo-pero-bueno"), una corriente rupturista dentro de la industria del manga que buscaba un estilo gráfico deslabazado, naive, de tosquedad llevada al primer plano que, sin embargo, esconde un acusado refinamiento y una mirada conceptual al oficio de historietista. Si en los ochenta y noventa en Europa lo que llamaba la atención era el relamido perfeccionismo realista de la "bande dessinée" o las panorámicas cinemascópicas de "Akira" (primer manga que penetró los duros caparazones de los lectores occidentales), pocos años más tarde aparecía esta gansada en Japón, que parecía dibujada por mi hijo. Cómic conceptual.
Autsaider es un editor tan valiente como sensible es su olfato. Acotado a un underground sin pelos en la lengua, su catálogo disfruta de joyas como los trabajos de Kaz (compradlo todo de esta firma) o esa maravilla que es "Cowboy Henk". Ha puesto de moda en este país que se escandaliza con títeres al cafre de Ben Marra, y ahora nos descubre un manga loquísimo sobre un flipado hierático que, sin perder un solo rizo de su pelazo afro, se dedica a repartir cera en un Tokyo infestado de zombies. Un Tokyo donde los restos sociales de la humanidad perviven piramidalmente (como siempre) y organizan circos romanos donde esclavos se las ven y desean frente a muertos vivientes.
Un descacharre ejecutado con una frescura que tumba de espaldas y que incluso ha sido llevado al cine (Sakichi Satô, 2005).
Además, las hisotrietass de "Tokyo Zombie" tienen continuidad. De momento solo espero más Hanakuma, más zombies y más portadas con felpa en el pelazo del protagonista o en otra parte de su anatomía. No sé cuánto durará la gracia del chiste, pero si lo de las tartas en la cara ha resistido casi hasta hoy no sé porqué no va a durarle la chispa a Hanakuma, así que dame zombies y luchadores de jiu-jitsu que no hay fallo.
