Tras atreverse con un remake de "Evil dead" y, según se dice, salir bien parado, Fede Álvarez sigue haciendo méritos en el género de terror. Sabe de filmar y de montaje para mantener con tensión, sin demasiados recursos fáciles y artificiosos, una historia que a cierta altura sufre por su simpleza, por intentar ponerse seria y por incluir un más que prescindible final.
Además de su impecable realización y su ubicación en una decadente Detroit, uno de los atractivos de "No respires" es desmontar el tópico del ciego desvalido atacado en casa. Esta vez son los ladrones, pobrecitos, quienes no saben con quién se han metido. En conjunto, la película cumple de sobra con los criterios de buen género mientras dura, pero no perdura: es decir, no es de las que se llevan puestas a casa.
