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Melodías con buena letra

Biografías, autobiografías y ensayos sobre la música y sus protagonistas se colocan entre los libros de mayor éxito

La música no solo se escucha, también se lee // FARO

La música clásica me la pone dura".Es lo primero que se encuentra el lector cuando se asoma al preludio de "Instrumental" (Blackie Books, 2015), del concertista de piano James RhodesJames Rhodes (Londres, 1975). El libro, subtitulado "Memorias de música, medicina y locura", escapa al formato de la autobiografía musical, aunque del oficio al que se debe el pianista se habla bastante. Aquí la música, Bach en particular, devolvió la vida a Rhodes, al intérprete que fue violado a los seis años, internado en un psiquiátrico, que coqueteó con intensidad con drogas y alcohol, y que al menos en cinco intentos quiso coger el tren sin retorno. Una espiral de vértigo que tuvo en la música la vía de escape, la banda sonora para recuperar el sentido de la vida. "Es un hecho irrefutable que la música me ha salvado la vida de una forma muy literal ,y creo que también la de un montón de personas más", escribe Rhodes.

No es normal que un músico, un pianista en este caso, escribiera su biografía a los 38 años. Pero la sexta edición de "Instrumental" suma 50.000 ejemplares vendidos, un fenómeno editorial que sitúa este libro entre la gran novedad de la literatura musical, y vital, del pasado año y que aún continúa enganchando a nuevos lectores. La apuesta de Rhodes marca distancias en el formato habitual de los libros de música y en el arte de la autobiografía, y es producto destacado en cualquier templo de la lectura. Una apuesta del sello Blackie Books que revitaliza un género que tiene un publico, digamos, escogido.

El intenso y estremecedor relato de Rhodes es punto y aparte con un sustrato como la música clásica, que engancha, apasiona y libera, parafraseando el verbo de Rhodes, pero hay otra literatura que con ediciones muy cuidadas se convierten en herramientas de obligada lectura para sumergirse en todas las rutas de la música moderna. "Mozart mola y Bach todavía más" (Duomo, 2016), de Matteo Rampin y Leonora Armellini, es otra apuesta editorial que pone en valor la música clásica fruto de un "renacer" de publicaciones de este corte, bien a rebufo de la popularidad de "Instrumental" o por los caprichos de mercado.

En ese empeño de abundar en la música para comprender el mundo, hay que detenerse en dos de los libros no tan recientes publicados por el crítico Alex Ross: "El ruido eterno: escuchar al siglo XX a través de su música" (Seix Barral, 2009), y las sucesivas ediciones; y "Escucha esto" (Seix Barral, 2012). Ensayos que en el caso del primero exige cierto nivel del lector, y que para quien busque respuestas, se encuentra con un discurso que apuntala los grandes nombres y corrientes de la música digamos culta en perjuicio de la popular, que también se frecuenta. Antes de trazar un recorrido por las letras con buena música que han poblado los estantes de librerías en el último año, entre reediciones, traducciones al español que se convierten en estrenos literarios, y otros fruto de los obituarios que se han sucedido en los últimos años, hay que detenerse en algunos trabajos con rango de manual histórico.

Un camino de letras con ritmo que tiene su punto de partida en "Awopbopaloobop Alopbamboom. Una historia de la música pop" (1973), de Nik Cohn, considerada la obra fundacional de la crítica musical, que se empareja con "Mystery Train. Imágenes de América en la música rock & roll" (1973, editado en España por Contra en 2013), de Greil Marcus. Dos trabajos que permiten conocer al dedillo cómo se forjó el rock, su contexto y principales agitadores. A estos trabajos de Cohn y Marcus se les suma uno reciente que mantiene esa vocación enciclopédica, sobrada en datos y referencias, que se desarrolla en un lenguaje ameno, e incluso burlesco y grandilocuente según de quien se hable y donde el lector tiene la sensación de estar conversando con el amigo que todo lo sabe, y es capaz de despachar 50 años de historia de la música en dos o tres horas, o en 745 páginas.

Es el ejemplo de Bob Stanley, crítico, periodista musical y fundador del grupo Saint Etienne, de quien el sello Turner publicaba en 2015 el monumental "Yeah! Yeah! Yeah! La historia del pop moderno", de obligada lectura en un tránsito que abarca a donde otros, en su opinión, no han llegado. Como bien relata el autor, "se han publicado muchos libros excelentes sobre géneros musicales, microgéneros, discos concretos e incluso canciones en particular, pero que yo sepa no se ha publicado ningún libro que dé cuenta de toda la evolución de la música popular moderna, ninguna obra que explique cuándo y por qué ocurrió esto y lo otro, y esclarezca las relaciones, las ramificaciones, lo que se perdió por el camino o cayó en el olvido".

Otra de las publicaciones últimas que merecen lectura reposada es el volumen "33 revoluciones por minuto. Historia de la canción protesta" (Malpaso, 2015), de Dorian Lynskey, que documenta este movimiento desde que los artistas fueron conscientes del poder de la palabra y la música, y la responsabilidad de posicionarse en el tiempo que les tocó vivir. De forma pareja a éste, está aún reciente "Political World. Rebeldía desde las guitarras" (66 rpm), libro coral que ofrece una selección de piezas y autores con la portada del mítico Woodie Guthrie guitarra en mano con la leyenda "This Machine Kills Fascists".

De las novedades de temporada y también desde Blackie Books, el crítico Carl Wilson se ha retratado con una pieza literaria mayor: "Música de mierda" (2015), donde desarrolla un interesante relato, con el que se puede estar o no de acuerdo, sobre qué entendemos por el buen gusto musical, y los vicios inconfesables. Un "ensayo romántico" en el que el autor enjuicia sus prejuicios y los ajenos, focalizados en una radiografía del por qué del éxito de Celine Dion.

Para cerrar este capitulo que viaja en el tiempo, llegaba este año un caramelo editorial lanzado por Nordica Cómics: "Héroes del blues, el jazz y el country", del dibujante Robert Crumb, con textos de Stephen Calt, David Jasen y Richard Nevins, que recupera las series de postales que Crumb hizo en los años 80 como homenaje a los pioneros de estos tres géneros, y que por primera vez se reúnen en un libro. Una edición de lujo que se acompaña con un CD que incluye grabaciones originales de Charlie Patton, Skip James y Jerry Roll Morton, entre otros.

Otra novedad más centrada en la industria que en el devenir de los músicos en primera o tercera persona es "Motown, el sonido de la joven América" (Blume, 2016), de Adam White, que incide en la historia del mítico sello discográfico de Detroit.

De vuelta a las autobiografías, se antojan varios títulos, unos de actualidad y otros que son obligatorio recuperar. Si la vida de James Rhodes merecía ser contada, otro tanto ocurre con "Cosas que los nietos deberían saber" (Blackie Books, 2009), de Mark E. Everett, líder de Eels. El lector se preguntará cómo es posible que un tipo que se convierte en músico pueda tener tanta mala suerte y que siga con voluntad de vivir y seguir creando. La respuesta está en las páginas del libro, que tiene más percha de manual de autoayuda que de biografía musical en primera persona.

De entre las últimas aparecidas, hay dos autobiografías que por la dimensión de sus protagonistas, son palabras mayores: las memorias de Zappa, aparecidas en 1989 y lanzadas en España por Malpaso en 2014 como "La verdadera historia de Frank Zappa", que es un libro tan freak como el protagonista. Sin duda, un genio de la música del siglo XX a quien le despertó la vocación las primigenias fantasías electrónicas de Edgar Varese y el universo sonoro de Stravinsky.

Otro relato en primera persona que llegaba a las librerías tras el zarpazo colectivo que supuso su muerte, es "Lemmy: La autobiografía" (Es Pop, 2015). Escrita con Janiss Garza, Ian Kilmister no se anda con rodeos para hilvanar una vida dedicada con exceso al rock and roll.

Hitos y mitos

Otra muerte que ha propiciado abundante literatura es la de Lou Reed. De los distintos ejercicios sobre vida y música, sobresale por razones obvias "Lou Reed. Catálogo irracional" (Alternia, 2015), de Ignacio Julià. Aquí habla el crítico y periodista que lo frecuentó.

De David Bowie, el astro que orbita desde enero pasado, se han prodigado algunas ediciones, si bien hay que reparar en "Starman" (Alba, 2011), de Paul Trynka. En Alba Editorial el lector tiene a su alcance letras con música de empaque como los textos biográficos sobre Miles Davis, John Coltrane, Charlie Parker, o la vida y obra del también malogrado Prince.

Entre los caprichos literarios de cosecha reciente firmados por músicos que han encontrado la medida a la escritura más allá de sus canciones, está el logro "La canción de la bolsa para el mareo" (Sexto Piso, 2015), de Nick Cave, con textos escritos como indica el título. Nada que ver con otros escritos suyos.

La farándula de Pablo Carbonell

  • Hace tres semanas entrevistamos al periodista gallego Xavier Valiño sobre su heterodoxa biografía "Elvis Costello. El hombre que pudo reinar" (66 rpm), y también hemos podido leer "El mundo de la tarántula" (Blackie Books), unas memorias en las que Pablo Carbonell, el polifacético líder de Los Toreros Muertos, no solo habla de música, naturalmente, aunque los aficionados al rock disfrutarán de anécdotas como su encuentro con David Byrne, tras haber fusilado "Road to nowhere" en un anuncio de vaqueros, o el concierto para unos narcos que casi le cuesta la vida. El libro descubre también aspectos inéditos de Los Toreros Muertos y de otro de sus fundadores, el vigués Many Moure.

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