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"A Bam Bam, Boo Loo Ba", una historia ilustrada del R&R

The Kinks. //S.Q.

Las grandes historias también están llenas de pequeños detalles. De episodios sin importancia aparente, anécdotas que, a menudo, describen con mayor precisión la personalidad y el carácter de sus protagonistas o pueden ofrecer algunas claves que permitan entender mejor su arte. En esos lances fugaces, quizá intrascendentes, ha fijado su atención Javier Polo, autor de los textos de A Bam Bam Boo Loo Ba, un libro publicado por la editorial Expediciones Polares y elaborado a base de textos breves, de apenas una página, en los que se relatan situaciones singulares relacionadas con algunas de las más grandes estrellas de la cultura rock, en la acepción más amplia del término, que puede incluir tanto artistas de jazz (Miles Davis, Chet Baker) como de country (Johnny Cash), soul (Sam Cooke, Curtis Mayfield) o heavy (Ronnie James Dio). La intención no es ofrecer una pormenorizada discografía de los músicos escogidos, todos ellos en la franja que abarca desde los inicios del género, a mediados de los cincuenta, hasta su esplendor y consolidación industrial y comercial, veinte años más tarde. Más bien al contrario. Como indica el subtítulo del libro, se trata de fijar la atención en las curiosidades, en los detalles. En recordar, por ejemplo, que Waylon Jennings, que alcanzaría la fama como cantante country, fomaba parte de la banda de Buddy Holly y estuvo a punto de subir con él al fatídico avión que acabó con la vida del rockero de las gafas de pasta, Ritchie Valens y Big Bopper. O que Aretha Franklin fue toda una depredadora sexual. O que Chris Farlowe saboteó su propia carrera al rechazar grabar Yesterday. O que Lou Reed y Laurie Anderson ofrecieron una vez un show destinado exclusivamente a público canino.

Un rico anecdotario que se complementa con las ilustraciones de Saioa Burutaran, artísticamente conocida como Susi Quiu (por supuesto, Creedence Clearwater Revival aparecen en el libro). Sus dibujos, de cierto tono naíf, trabajados a lápiz y salpicados de color en la justa medida que requiere cada uno de ellos, complementan a la perfección los textos y les otorgan sentido definitivo, tal como sucede en el precedente más importante en la unión entre palabra e ilustración musical: Rock Dreams, el famoso trabajo conjunto realizado en en el año 1973 entre el periodista inglés Nik Cohn y el artista belga Guy Peellaert.

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