En "Eisenstein en Guanajuato"_Peter Greenaway es más Greenaway que nunca: enciclopédico, derrochador y con un sentido plástico que quita el aliento y que en esta ocasión prodiga con más efusividad que nunca, casi hasta el agotamiento, para homenajear al protagonista de su cinta, Sergei Einsenstein, y a su mayor logro cinematográfico: el montaje.
Pero como además Greenaway es un provocador, transforma un viaje destinado a filmar material en México en un momento vital trascendental en la biografía de Eisenstein, que, según la película, descubriría allí su homosexualidad. Aunque la historia no tuvo por qué ser como la cuenta Greenaway al pie de la letra, es incuestionable su talento para describir cómo el calor mexicano derritió el hielo de las estepas soviéticas.