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Nunca le des por muerto

Ya está aquí la favorita de los Óscar: "El renacido", una historia de supervivencia que puede dar a Leonardo DiCaprio su primera estatuilla tras cuatro intentos fallidos y a Alejandro G. Iñárritu entrar en el selecto club de Ford y Mankiewicz como mejor director por segundo año consecutivo

Una historia de pocas palabras que deja al espectador sin palabras. Así es "El renacido" ("The revenant"), la película del mexicano Alejandro González Iñárritu que se estrena hoy en España con el aval de doce nominaciones a los Óscar, incluidas mejor película, mejor director y mejor actor, un Leonardo DiCaprio que se ha dejado literalmente la piel para no dejar escapar la estatuilla que se le resiste desde hace 23 años. En esta historia basada en hechos reales, DiCaprio apenas pronuncia unas pocas frases, pero las imágenes logradas por el director de "Birdman" hablan por sí solas.

Si, como indican los pronósticos, "El renacido" triunfa en la ceremonia del próximo 28 de febrero en Hollywood, la hazaña puede ser tan épica como la propia película: Iñárritu se convertirá en el tercer realizador de la historia que gana el Óscar al mejor director dos veces consecutivas. Solo hay dos precedentes, ambos muy lejanos, el de John Ford ("Las uvas de la ira", 1940; y "Qué verde era mi valle" 1941) y el de Joseph L. Mankiewicz ("Carta a tres esposas", 1949; y "Eva al desnudo", 1950). Quién lo iba a decir de un director que hace dieciséis años ganaba el Óscar a la mejor película de habla no inglesa por "Amores perros", pero que durante mucho tiempo ha sido un outsider para la industria hollywoodiense.

El argumento, ya conocido, se basa en la historia real de Hugh Glass, un cazador aventurero que en 1823 se unió a una expedición por territorios del salvaje Oeste aún inexplorados en busca de pieles de animales. Tras ser brutalmente herido por un oso, fue abandonado por sus propios compañeros de cacería, convencidos de que no sobrevivirá. En la película, el amor que Glass siente por su esposa, una india americana, y por su hijo, le dan fuerzas para burlar la muerte y recorrer más de 300 kilómetros por parajes indómitos para vengarse del hombre que le traicionó, John Fitzgerald (interpretado por Tom Hardy, candidato al Óscar al mejor actor de reparto).

"Para mí, hay temas muy potentes en la película: la voluntad de vivir y nuestra relación con la naturaleza", ha dicho DiCaprio, que además de actor es un conspicuo ecologista y activista contra el cambio climático, para explicar su interés por la historia. "Está esa cuestión de si algún tipo de venganza aplacará la sed de Glass, pero la necesidad de continuar camino se transforma en una especie de esfuerzo espiritual", sostiene el actor.

Para ponerse en la piel -o en las pieles- de Hugh Glass, DiCaprio no dudó en llevar a cabo muchas de las escenas arriesgadas en vez de dejarse doblar por especialistas: fue enterrado bajo la nieve, caminó desnudo a 40 grados bajo cero y saltó a las glaciales aguas de un río.

Circulan casi tantas leyendas sobre el rodaje como sobre el propio Glass, cuya historia es, en buena medida, apócrifa, como reconoce el González Iñárritu, coautor del guión sobre novela de Michael Punke. "El renacido" se rodó en dos países tan distantes como Canadá y Argentina, y solamente con luz natural, en unos inviernos en las que ésta escaseaba.

Según se cuenta en las notas de producción de la película, Iñárritu reunió al equipo de producción en las orillas del río Bow, en la provincia canadiense de Alberta, en el primer día de rodaje. El asesor cultural de la película, miembro de la tribu Pies Negros, ofició una ceremonia india para bendecir el filme, las criaturas y la tierra. Tras la bendición, Iñárritu pidió a las trescientas personas que había que se cogieran de la mano en silencio. Después, al unísono, todas se metieron en las heladas aguas del río, esparciendo pétalos de rosas.

No extraña que, tras estos sacrificios, el director de "21 gramos" considere cada título en su filmografía como un "parto" de cuyo dolor ha de reponerse. También esta película aborda el sufrimiento: "Es una metáfora de la vida y de cuántas veces nacimos y renacimos. Un ataque de un oso no es peor que lidiar con un cáncer o perder a un ser querido", ha dicho. "También un divorcio o quedarse sin trabajo. Todo eso son viajes, y la gente a veces tiene que morir para reinventarse y renacer".

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