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The Tallest Man On Earth

Dark bird is home

The Tallest Man On Earth

No han cambiado mucho las cosas, ni los acentos, en la última entrega del sueco Kristian Matsson (The Tallest Man on Earth?, que ya le vale el apodo) a esta "isla solitaria" entre tanto nórdico empeñado en emular a músicos estadounidenses. Blues, bluegrass, pop, indie, country, que incluso es alma solitaria en la Escandinavia que a veces cuesta distinguir musicalmente de lo hecho en USA o Canadá. En cambio, The Tallest Man on Earth es rara avis desde sus inicios y mantiene, incluso, imitadores.

Un canto perpetuo a la soledad -alegre o no- buscada o perpetrada es a lo que canta este singular vocalista de modos poco comparables. Lo rubrica y confirma con este último disco y título. No se trata de llorar como un corazón roto como tantos otros, pues sus letras apuntan modos únicos: la soledad como elección. Y, fuera de tanta cláusula indi, lejos de los lalalás coloridos o de clapeteos para hablar de lo bello de la vida, lo bello, a su manera, lo triste, lo canta él como nadie. Guitarra acústica de inicio para ir poniendo, día tras día, álbum tras álbum, instrumentación delicada sin estridencias y sin perder por ello en esta última entrega toda la naturalidad con la que surgió hace casi una década. El predominio de la voz (de la suya) manda por encima de todo. Son sus temas, es su poesía, la que habla de lo cotidiano, de lo codiciado, de lo soñado, de lo perdido, de lo que ha de venir... para volver a perderse casi con seguridad. Trampas, engaños, caprichos de otros, propios incluso. Con los fallos, con los aciertos, con los amores y desamores, con lo que el día a día entrega sin más artificios y que pocos, como Matsson, se atreven a decir -a cantar- tan desnudamente. Pasen los discos que pasen. // Aurelio Argel

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