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El drama incomprensible

´El atentado´ refleja cómo es el conflicto palestino-israelí de forma imparcial y al modo de un inquietante thriller político

"El atentado" es la adaptación al cómic de la novela homónima de Yasmina Khadra, un híbrido entre el thriller político sobre el conflicto palestino-israelí y la novela negra que resulta absorbente.

El protagonista es Amín Jaafari, un cirujano árabe-israelí, cuya vida se ve conmocionada cuando su esposa muere en un atentado suicida. Pero Amín tiene que enfrentarse a una noticia aún más dura cuando la policía le comunica que ella ha sido la causante. Amín no deja de preguntarse por qué la mujer de un profesional dedicado a salvar vidas, decide acabar con la suya matando. Estas incógnitas lo empujan a embarcarse en la búsqueda de los islamistas que debieron haberle lavado el cerebro. Para conseguirlo emprende una arriesgada investigación a través del dédalo que forman las callejuelas de la ciudad cisjordana de Belén. Como Teseo busca la respuesta al enigma entre los pasajes del laberinto urbano, esperando encontrar en su interior a un monstruo, pero a diferencia de lo ocurrido en el laberinto de Creta, el terrorista no es el terrorífico Minotauro, sino un sosegado líder religioso. Entonces la verdad que Amín se negaba a aceptar sale a la luz, sucediéndose toda una serie de sorpresas en progresión creciente hasta un impactante final.

Lo más importante de la obra es que las reflexiones que contiene son aplicables a cualquier atenta do suicida cometido por alguien a quien todos consideraban incapaz de hacer daño. Siempre que esto sucede comienza la búsqueda de un culpable en el cual descargar la responsabilidad, exonerando al autor material con la excusa de que fue adoctrinado. Amín, como todos los familiares de terroristas suicidas, no quiere admitir que fue incapaz de proporcionar a su esposa una razón por la que vivir, y los militantes palestinos sí, al implicarla en la lucha de su pueblo.

El cómic está tan bien narrado como la novela. El mérito se debe al talento de Glen Chapron como ilustrador, y a la concreción con la que el guionista, Loïc Dauvillier, ha adaptado el texto, eliminando lo superfluo y consiguiendo que en cada viñeta el bocadillo contenga todo aquello que el dibujo es incapaz de reproducir. De este modo la historia refleja tan bien las razones de la lucha palestina que llega un momento en el que no podemos evitar preguntarnos si el protagonista no es un conformista que ha dado la espalda a su pueblo al adquirir la ciudadanía de los ocupantes. En este aspecto reproduce uno de los elementos más atractivos del original, porque como novela gráfica negra desdibuja la clasificación que se hace de los personajes entre buenos y malos. Como resultado, el conflicto palestino-israelí es reflejado imparcialmente. El lector de El atentado tiene que enfrentarse en cada viñeta al progresivo destrozo emocional del protagonista, que se va manifestando paulatinamente en su rostro, dibujado espléndidamente por Chapron en unas viñetas dotadas de un colorido tan vivo que no parecen las de un drama.

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