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Marvel, cuidando de los clásicos

La editorial Panini edita en España nuevos títulos de Spiderman y del Hombre Máquina

Los editores de Marvel España, Panini, miman a los fieles lectores de superhéroes clásicos atendiendo prácticamente cada mes a su reserva histórica, en ediciones en ocasiones brillantes, otras más extravagantes. Recientemente han publicado dos trabajos que merecen señalarse: "Spiderman, la muerte de Gwen Stacy" y la serie limitada sobre el Hombre Máquina que en los ochenta crearon Tom DeFalco y el enorme dibujante Bary Windsor Smith.

Este último merece la pena, ante todo, por la labor del ilustrador, un trabajo barroco, meticuloso, donde se divierte recreando un futuro a la Blade Runner (éxito de la época) y cincelando cuerpos con la habilidad que ya había deslumbrado en su versión de Conan el Bárbaro. Por lo demás, un tebeo al que los años le caen como una avalancha, que no obstante presenta ideas potentes como "los videotas" o el tema más o menos manido pero siempre jugoso de la naturaleza de la humanidad y lo maquinal. Una serie limitada de cuatro comic books reunidos en un tomo que Panini, potenciando personaje antes que autores, complementa con anodinos extras de tebeos "explotation" posteriores a los cuatro "Man Machine" y de nulo interés creativo.

¿Y el de Spiderman? El de Spiderman compila uno de los momentos más importantes en la historia del trepa muros, una de las épocas más fascinantes del personaje tanto por argumentos (con unos Stan Lee, Roy Thomas y Gerry Conway espléndidos) como por ejecución, sobre todo por el concurso de un dibujante excepcional y que hay que reivindicar siempre: Gil Kane. Sus composiciones, los escorzos, el dinamismo que logra es posiblemente uno de los más conseguidos jamás en la larga historia del personaje, apabullan. Acomaña a Kane otro maestro, Romita.

Peleas épicas

El tebeo son casi 700 páginas de Peter Parker en la cumbre. Hay peleas épicas, hay argumentos delirantes, viajes jurásicos, robots, convidados de lujo como Hulk, Power Man o Doctor Extraño -ojo, pronto con película en sus salas- y nos muestra claramente que el drama es el terreno en el que definitivamente terminarían por desarrollarse los superhéroes, a partir de los setenta, superando sin posibilidad de vuelta atrás los tiempos de amplias sonrisas y cachiporrazos alegres en las páginas de un tebeo de esquijamas.

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