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Jerry González, el músico de jazz neoyorquino que se enamoró de Vigo

El trompetista y percusionista neoyorquino, uno de los pioneros y máximos exponentes del jazz latino, habla en profundidad de su vida en la ciudad olívica, donde reside desde hace un par de años, y de su medio siglo de carrera, vinculada a España desde que participó en la película "Calle 54". El que fuera fundador de la mítica Fort Apache Band cuenta también anécdotas con Louis Armstrong, Jaco Pastorius, los Beach Boys, Chet Baker y su mentor Dizzy Gillespie

Jerry González, durante una actuación. //Andrea Z.G.

De él dijo Fernando Trueba que "nadie le ha visto jamás sin su trompeta", pero Jerry González (Nueva York, 5 de junio de 1949) ejerce en Vigo más de padre que de leyenda del jazz. Desde que hace un par de años se estableció en la ciudad junto con su pareja, Andrea, apenas ha pisado los escenarios vigueses, aunque los que presenciaron su actuación del 23 de abril de 2014 en el Xancarajazz dicen que fue memorable. "Es un local muy pequeño, no me imagino a mí tocando ahí", explica el hombre que fue amigo y discípulo de Dizzy Gillespie, que conoció a Louis Armstrong, compartió giras con Jaco Pastorius, Chet Baker y los Beach Boys, y que colaboró con una larguísima lista de primeras figuras que incluye a Paco de Lucía, Tito Puente, Eddie Palmieri, Freddie Hubbard, Cachao López, Andrés Calamaro, Enrique Morente y Diego El Cigala, por citar solo unos cuantos. Ahora el músico que se hizo popular en España gracias a la película "Calle 54" es el orgulloso padre de una viguesa de apenas año y medio de edad, y hace balance de casi medio siglo de carrera, una efemérides que planea celebrar publicando un amplio recopilatorio y rescatando de sus archivos grabaciones inéditas con "héroes" del jazz amigos como Gillespie y McCoy Tyner.

González acude a la cita con VISADO sin su trompeta, pero con un sombrero y unas gafas oscuras como las que le convitieron en la imagen icónica de "Calle 54" (2000), la película con la que Fernando Trueba dio a conocer lo mejor del jazz latino al gran público. Resume su vida en Vigo en tres conceptos: "Relax, vida familiar y buena comida" -le encanta el pulpo, aunque evita acompañarlo de albariño porque se le sube pronto a la cabeza-, y su día tipo en la ciudad incluye cuidar de su hija, llevarla a la guardería, "para que se entretenga y tenga una vida social", y practicar con la trompeta. Cuando decimos la ciudad de Vigo nos referimos a Bouzas, el barrio donde se ha establecido el músico. "Es muy agradable, como un pueblo pequeño, llegas a conocer a todo el mundo -destaca-. En Vigo puedo respirar. En Madrid el aire está sucio. No me había dado cuenta de lo malo que era hasta que me mudé aquí", dice entre risas.

El trompetista y percusionista utiliza Vigo como base para viajar a dar conciertos en lugares tan diversos como Nueva York, Málaga y Taiwán, donde no hace mucho tocó ante 50.000 espectadores. Nada que ver con sus escasas actuaciones en Galicia, que comenzaron en la Plaza del Obradoiro hace tres lustros con la promoción de "Calle 54". También tocó en Ortigueira, en el emblemático Café Latino de Ourense y este año, también de la mano de Estrella Galicia, en la sala Berlín de la capital de As Burgas. Junto a él, el contrabajista Javier Colina, gran amigo suyo y padrino de su hija. Colina fue, junto con Fernando Trueba, Chano Domínguez y Javier Limón, uno de los responsables de que González se estableciera en España y tomase contacto con la escena flamenca.

En cuanto a músicos gallegos, ha establecido contacto con Carlos Núñez, Pablo Novoa, Paco Dicenta, Alberto Conde, Paco Charlín y Felipe Villar, entre otros.

Jerry González, de origen puertorriqueño, es un virtuoso de dos instrumentos completamente diferentes, la trompeta y las congas. Nacido en Manhattan, aunque criado en el Bronx desde los cuatro años, su padre era cantante en la mítica sala Palladium de Nueva York, y su infancia transcurrió influida por la música afrocubana y el sonido de maestros del jazz como Louis Armstrong y Dizzy Gillespie, que fue su mentor musical.

-En el Palladium, donde trabajaba su padre, había un músico que tocaba la trompeta y congas. Se llamaba Eleazar Rodríguez. ¿Influyó para que usted se hiciera músico de ambos instrumentos?

-Él fue un referente para mí en el jazz. Desapareció de mi vida, no sé qué fue de él. Salió de la Marina y tocó en la banda de Eddie Palmieri durante un tiempo, pero se desvaneció. Le presté una trompeta para un concierto y nunca volvió para devolvérmela.

-Fue su padre quien le enseñó a tocar la trompeta.

-Yo estaba dando vueltas por la casa, como ahora mi hija pequeña, y le pregunté cómo se tocaba, que me enseñara una escala.

-Tito Puente (1923-2000) dijo que Dizzy Gillespie fue el responsable del desarrollo del jazz latino.

-Sí, así fue. Empezó teoría e historia musical con [el flautista Alberto] Socarrás. Socarrás y Mario Bauzá le enseñaron a Dizzy. Bauzá era trompetista con Cab Calloway. Una vez Bauzá le dijo a Gillespie que no le apetecía tocar durante unos días y le cedió su sitio en la banda de Cab Calloway. Ahí fue cuando Gillespie se hizo famoso.

-Hay una leyenda sobre usted, Louis Armstrong y Dizzy Gillespie fumando marihuana una noche...

-[Carcajadas].Sí, fumaban marihuana. Yo estaba sentado entre esos dos personajes. Tenía como 18 años, y pensaba ¡no me lo puedo creer! Fue algo increíble. Louis contó historias sobre Al Capone, sobre lo bien que lo trataron cuando estuvo en Chicago. A Al Capone le encantaba Louis [Armstrong]. Les daban uniformes y todo lo que querían.

-Tuvo la oportunidad de conocer a los artistas que actuaban en el Palladium.

-Machito, Eddie Palmieri, Tito Puente, Tito Rodríguez... Íbamos a grabar el último disco de Tito Rodríguez antes de que muriese. Estábamos a punto de ir a Sudamérica, pero murió [28 de febrero 1973] antes de que viajáramos. Mario Aguilera también estaba implicado. Mi hermano Andy tocó en su último disco. Me sentí muy contrariado cuando se murió y no pudimos salir de gira.

-Usted vivía en la Zona Cero de Nueva York y le despertaron los atentados. ¿Tuvo influencia el 11-S en su decisión de quedarse en España?

-Fue "Calle 54". El 11-S ocurrió y estaba conviviendo con ello. Fue todo un shock, algo increíble. En España era todo más relajado y prefería estar aquí que en Nueva York en ese momento. Todos los días veía soldados armados hasta los dientes cuando salía de casa. Me preguntaban dónde vivía antes de dejarme pasar. Les decía: "¡Yo también soy un ciudadano, no un terrorista, no tienen que tratarme así!" Tenía que caminar hasta la calle Hudson para llegar a la civilización, porque antes no había taxis, ni autobuses ni trenes.

-Usted ha dicho: "Mucha gente en España me dice que están contentos de que viniese y de que me quedase, porque les puse a todos un pincho en el culo y les hice esforzarse más".

-[Carcajadas] Hice muchas cosas. Mucha gente me dice que están contentos de que me quedase y de que elevase el nivel de los músicos de jazz en Madrid en ese momento.

-El productor Javier Limón [Paco de Lucía, El Cigala...] dijo de usted: "Aporta un color original y buenas vibraciones a cada disco en el que participa". Es un gran halago.

-Le doy las gracias por haberme recibido con los brazos abiertos. Su familia me trató muy bien. Es un muy bien amigo. Me invitaba a participar en fiestas que organizaba y yo lo hacía encantado. Tengo que llamarle aún para felicitarle por el Grammy [por el disco "Entre 20 aguas", homenaje a Paco de Lucía producido por Limón, y con participación de Jerry González].

-En "Calle 54", Fernando Trueba le llamó "el poeta maldito del jazz latino, el último pirata del Caribe". Esta descripción y su imagen con sombrero y gafas oscuras le ha dado una especie de imagen de forajido. ¿Está contento con ese cliché de músico maldito?

-Me hizo famoso en España [risas]. [Fernando] se inventó eso para promocionar su película. Para mí estuvo bien. Pero no soy el último pirata del Caribe [risas].

-Tal vez sea pirata en el sentido de que "roba" ritmos.

-Aprendo las cosas que más amo. Puedes llamarlo robar, imitar o aprender. Clark Terry decía: escuchas, aprendes, estudias e imitas. Y después de imitar, creas y pasas a ser tu propio personaje. Esa es una fórmula más lógica. Clark Terry [falleció este año 2015] era uno de mis profesores cuando era un chaval en la Jazzmobile Workshop. Un hombre maravilloso, muy paciente. Me enseñó muchas cosas. Jazzmobile es una organización creada por músicos de jazz en Nueva York para enseñar a chavales jóvenes.

Orígenes

Preguntamos a Jerry González por sus orígenes, una mezcla étnica (hispana, afroamericana, estadounidense) que casa muy bien con la fusión (jazz, ritmos afrocubanos, flamenco?) que ha caracterizado su carrera. Nos cuenta que, por su cumpleaños, su pareja Andrea le regaló participar en The Genographic Project, un proyecto de National Geographic que permite trazar los orígenes ancestrales de una persona mediante un análisis de ADN. Jerry tiene un 42% de ADN mediterráneo, 24% europeo, 17% judío asquenazí, 12% nativo americano y 5% negro de Nigeria, del pueblo yoruba. Sus padres eran ambos huérfanos, por lo que no sabía nada de sus ancestros. "Se conocieron en Nueva York -cuenta- Él se unió al Ejército cuando tenía 17 años (II Guerra Mundial). Mi madre se quedó huérfana muy joven y se crió en un orfanato en San Juan. No sabía nada de mis abuelos. Mi primo me envió información sobre mi bisabuelo, que era el guardaespaldas de Antonio Maceo, me fascinó enterarme de eso. [Su bisabuelo era un asturiano que se fue a Cuba y luchó contra los españoles en la guerra de la independencia. Antonio Maceo fue el único general negro de la guerra]. Todos los generales blancos querían asesinarlo. Mi bisabuelo era su guardaespaldas y le protegía para que no le dispararan".

A sus 66 años, Jerry González echa de menos a los músicos amigos que fallecieron prematuramente, entre ellos el pianista neoyorquino Kenny Kirkland, que formó parte de la Fort Apache Band y que luego acompañó durante cerca de tres lustros a Sting antes de morir, a los 43 años, de un ataque al corazón. "Pasé mucho tiempo con Kenny -comenta-. Hay toda una larga lista de gente que murió y que me hace sentir muy triste. Rashied Ali [batería de John Coltrane], Jaco Patorius? Y hay otros que están muy enfermos ahora".

-Formaba parte del grupo de Jaco Pastorius cuando falleció, en 1987.

-Estuve en su banda durante ocho años. En big band, tríos, cuartetos, quintetos... Era bipolar. Hacía locuras sobre el escenario, pero siempre fue amable conmigo. Yo le decía: "¿Cómo puedes hacer eso?, ¡la gente paga para verte!" [risas] Y siempre me contestaba: "Jerry, ¿quién te quiere? ¡Yo!". Solía venir a mi casa en una limusina a las seis de la mañana y me decía, "¡Eh, despierta!". Se quedaba a desayunar con mi familia y escuchábamos música y ensayábamos durante todo el día. Me enseñaba toda la música de oído, nunca me mostró una partitura [risas].

-También añora a Kenny Kirkland, el que fue teclista de Sting durante muchos años.

--Antes de tocar con Sting tocó en Fort Apache. Solo pudo grabar un disco. Branford Marsalis [saxofonista y compañero de Kirkland en la banda de Sting] es otro al que me gustaría invitar. Somos buenos amigos. Vivía en el Village en aquella época. Kenny solía venir a mi casa a pasar el rato todos los días. Le enseñaba ritmos cubanos.

-¿Qué recuerdos tiene de Paco de Lucía?

-No tuve la oportunidad de ir de gira con él. Grabé con él, era una buena persona, y fue divertido. Me dejó tocar encima de su música. Fue un solo largo. Javier Limón cogió mi solo y puso trozos de él en partes diferentes. Hizo una especie de "collage" de mi solo de trompeta, y Paco lo tocó entero. Me molestó, le dije "¿has dejado el solo?".

-¿Salió de gira con los Beach Boys?

-Sí, fue para costearme mis gastos de universidad. Fue por Joel Peskin, saxo tenor [líder y contratista de la sección de viento de los Beach Boys hasta 1972]. Le conocí hace mucho tiempo en una iglesia de la calle 10 [de Nueva York], donde la iglesia servía unos desayunos a la comunidad. Joel tocaba allí con Perry Robinson. Me encantó y nos conocimos ese día y nos hicimos amigos. Solíamos salir de bares con mi hermano [Andy]. Se mudó a California. Me llamó y me preguntó si quería ir de gira con los Beach Boys durante dos semanas. Empezamos en Nashville, Tennesee y terminamos en Atlanta, Georgia. Un día estaban tocando "Surfin' Safari" con la sección de viento e instrumentos electrónicos. Dennis [Wilson] estaba borracho. Eran como chicos malcriados, destrozaban habitaciones de hotel y hacían locuras.

-Así que es cierta la leyenda sobre drogas y caos en las giras de los Beach Boys...

-Juntaban un montón de chicas jóvenes en la parte trasera del autobús, era una locura. Un día querían llevarme al rancho de Charles Manson y les dije que no, que no me interesaba eso. Me perdí el concierto que hicieron allí. Estuve muy cerca de verme envuelto en todo eso. [Alrededor de 1968].

-¿Tuvo mucho contacto con Chet Baker?

-Sí, yo tocaba en el Kirk Lightsey Quartet, con Eddie Gladden a la batería y Santi Debriano al bajo. En uno de los festivales en Europa Chet Baker nos pidió que fuéramos su sección rítmica. Tocamos con él y nos llegamos a conocer. Un día me dijo, "coge la trompeta, toca conmigo". Grabamos un álbum juntos con Freddie Hubbard llamado "Temptation". Toqué la percusión. Solíamos tocar "Evidence" como lo hacía en Fort Apache, se la enseñé [a Chet Baker] y le encantó, quería tocarla conmigo. Y cuando iba a tocarla me dijeron que no, que querían a Freddy. Le dije, "él me invitó a mí, no a ti". Tuvimos una gran discusión ese día, pero después Freddie y yo nos hicimos grandes amigos [risas].

-Es extraño que no le dieran el Grammy por "Rumba para Monk" (1999)... ¿Llegó a conocerle?

-No, no conocí a Thelonious Monk. Nos dieron el Grand Prix du Disque, de la Academia Francesa de Jazz, por ese disco. Nunca lo tuve físicamente, pero bueno... [risas]. Maurice Cullaz, que organizó los primeros conciertos de Charlie Parker en París, fue quien peleó por esa nominación.

-El nombre de "Fort Apache" viene de cómo se conocía al barrio del Bronx, donde usted creció, por los disturbios policiales. ¿Cómo recuerda ese barrio?

-En los 70 los Panteras Negras organizaban cosas y la Policía los atacaba y los mataba. Los Young Lords eran la versión puertorriqueña de los Panteras Negras en aquel tiempo. Felipe Luciano [cofundador de la sección neoyorquina de los Young Lords] era uno de mis amigos. Participábamos en las manifestaciones y en todo tipo de temas políticos.

-¿Y durante su infancia?

-El Bronx era un bosque en aquella época. Había árboles con cerezas y manzanas y melocotones. Los judíos tenían una especie de campamento indio, nos mezclábamos con los chicos de allí. Cuando nos fuimos del Bronx ya no quedaba bosque. Fue muy divertido crecer en el Bronx de niño, no había paranoia sobre la policía ni nada de eso. Había bandas de irlandeses y de italianos, como en "West Side Story".

-La educación musical evitaba que muchos críos se metieran en problemas...

-Enseñé a muchos niños en el Bronx y en Manhattan, y muchos de ellos se convirtieron en músicos. Los padres me decían: "¿Qué le has hecho a mi niño? ¡Nunca hacía nada y ahora se pasa el día practicando!" [risas] Me daban las gracias. Había unos padres que eran psiquiatras y me preguntaban, "¿qué le has hecho a mi hijo?" Yo les contestaba: "hey, solo les he enseñado a tocar". Cuando Reagan llegó a la Casa Blanca cortaron todos esos programas. Se llamaba "Artists in Schools" [siglas ISA+. Estábamos en la escuela y enseñábamos a los niños, hasta segundo o tercero de primaria, cómo tocar la trompeta o la percusión, o cómo leer música.Tenía que devolver el favor a la comunidad haciéndolo por los chavales. Aún guardamos las cartas de agradecimiento de los estudiantes de 18 años. Y todavía contactan conmigo hoy día.

-¿Qué le gustaría hacer para celebrar el cincuenta aniversario de su carrera?

-Organizar una gira e invitar a los amigos que he conocido en España a través de los años para tocar conmigo. Amigos míos en Japón, Alemania, Holanda, Italia... En todas partes. Grabar temas en directo y producir un disco con todos ellos. Eso es lo que estamos intentando.

Tesoro inédito

Jerry González atesora cientos de casetes con grabaciones inéditas que ahora están recuperando para un futuro recopilatorio: con Chet Baker, Dizzy Gillespie, McCoy Tyner, Tito Puente, Kenny Kirkland, la Fort Apache Band acompañada de la Filharmónica de Brooklyn... Un auténtico tesoro. Tenía también muchas con Jaco Pastorius, pero las perdió. Se quedaron en la cabina del avión del que le sacaron precisamente porque se negó a que la maleta con esas cintas viajara en la bodega. Nunca más supo de ellas. "Aquello me rompió el corazón", asegura.

-Eric Clapton, que tiene 70 años, ha dicho que no hará más giras por el cansancio de los viajes y las esperas en los aeropuertos. ¿Le ocurre también a usted?

-Viajo con seis bultos. Me costaría 2.000 dólares viajar con mis congas a Canarias, ya no las llevo. Hace poco viajamos a Taiwan desde Vigo [con tres escalas] para tocar un día, y al día siguiente volvimos. Tocamos ante 50.000 personas. Estaban Jeff Watts, Larry Willis, Joe Ford... Lo hicimos de puta madre. Nos dijeron que teníamos la llave para distribuir mis discos en China.

-¿Pero no piensa en retirarse?

-No.

Terminamos la charla hablando de su familia. Su madre, una mujer hermosísima, estudió Políticas y trabajó para el FBI. La hija de Jerry González, Julia, ha heredado la belleza de su abuela. Tiene un año y cinco meses y sus padres la llevan a todos los conciertos que pueden. "Ella es muy musical, toca los tambores y hace el sonido de la trompeta -relata su padre con una sonrisa de orgullo en los labios-. Le pongo Sonny Rollins". La saga musical González podría tener continuación, esta vez con orígenes vigueses.

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