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El "musical" de U2 que también veremos en 2016

VISADO asistió a los dos últimos conciertos de la gira iNNOCENCE+eXPERIENCE en Barcelona. La banda irlandesa podría anunciar en noviembre nuevas fechas europeas de este "tour", con Madrid, Bilbao y Lisboa como candidatas para el próximo año. El espectáculo que se pudo ver en el Palau Sant Jordi narra de forma brillante y emocionante la historia del grupo y el conflicto irlandés, sin olvidar el drama de los refugiados de Siria, la lucha contra el sida y el incierto futuro de Europa. Un montaje más efectivo que efectista

La pantalla, en rojo, como siempre en "Where the streets have no name".

Para muchos seguidores de U2, la vida es eso que transcurre entre dos giras de la banda irlandesa. La frase es de David Gallardo, periodista y fan de U2 como el que esto escribe. Las giras de la banda de Bono, más o menos cada lustro, funcionan como hitos en la memoria de sus seguidores más fieles. La gira iNNOCENCE+eXPERIENCE, que recaló en el Palau Sant Jordi de Barcelona los pasados días 5, 6, 9 y 10 de octubre, es una suerte de musical con una línea narrativa clara, que empieza con unos U2 adolescentes colándose en un concierto de los Ramones y termina con las causas sociales y los éxitos infalibles del grupo irlandés. U2 utiliza la música para estructurar sus recuerdos y conjurar sus nostalgias, igual que sus seguidores.

El poder y el milagro. Bono sale al escenario a los sones de "People have the power", de Patti Smith. Afloran miles de teléfonos móviles sobre las cabezas del respetable y el líder de U2 empieza a corear a capella "The miracle (of Joey Ramone)", provocando el primer karaoke masivo de la noche. Ya se lo dijo Noel Gallagher: "¡Empezáis con los bises!". Y es que Bono no necesita meterse al público en el bolsillo, ya está dentro de antemano. "The miracle" habla de la epifanía de cuatro mocosos de Dublín en un concierto de los Ramones, la misma iluminación casi espiritual que muchos han sentido al ver por primera vez a U2.

Los orígenes. La segunda canción es "The electric Co." o "Gloria", de los álbumes "Boy" (1980) y "October" (1981). Himnos llenos de energía y rabia, pero con un regusto positivo. Nuevos guiños a los héroes de sus orígenes con fragmentos de "I can see for miles", de The Who, y del "Gloria" de Van Morrison. "Vertigo" completa un arranque fulgurante, y antes de "I will follow", Bono ya habla de su madre.

Lágrimas. Sigue la emoción con "Iris", también sobre la madre de Bono, fallecida por un aneurisma cerebral cuando el cantante tenía 14 años. "Me hice artista para llenar el hueco que me dejó", confiesa. La gran pantalla muestra una película casera con imágenes de Iris Hewson. Caen algunas lágrimas. El público no es precisamente adolescente y parte de él ya sabe lo que es haber perdido a una madre o a un padre.

La calle. Continúa el relato personal de Bono con "Cedarwood Road", otro tema de "Songs of innocence" sobre la adolescencia del grupo. Bono vivía en el 10 de Cedarwood Road y en aquella zona del norte de Dublín formaba con sus amigos Gavin Friday y Guggi una pandilla que se autodenominaba Lypton Village. En la pantalla aparece la representación de la habitación de Bono, con pósters de The Clash y de Kraftwerk, y el cantante tratando de componer canciones para Ali Stewart, su primer amor, y con el que aún sigue casado. Para ella va dedicada "Song for someone".

Irlanda. "Sunday Bloody Sunday", en versión folk, abre una sección en torno al conflicto irlandés que continúa con "Raised by wolves", sobre los atentados de Dublín de 1974. Reivindicados por los unionistas, costaron 33 vidas, y Bono se libró de ellos por muy poco. Las pantallas muestran fotos de las víctimas y Bono pide justicia para ellas, dado que nadie ha sido acusado de los crímenes y se cree que el gobierno británico retiene documentos confidenciales sobre ellos.

Intermedio. Tras la descarga de rabia de "Until the end of the world" llega el primer intermedio en una gira de U2. La pantalla simula el muro de Berlín y suena "The Fly" en versión de Gavin Friday. En ese lapso, el cuarteto se ha metido dentro de la pantalla para tocar la comercial "Invisible".

Bardem, Pe y Adriana. El escenario "e", más pequeño, sirve para acercarse más al público, variar el repertorio y permitir algo de improvisación. El sábado pasado subió Javier Bardem al escenario para bailar, semioculto por un sombrero, "Mysterious ways". Luego, su pareja, Penélope Cruz, subió vestida de conejita Playboy para grabar "Desire" a través de un móvil que colocó al revés. Bardem es un fanático de la banda, saltaba como un loco entre el público, y, al igual que Pe, colabora en causas benéficas con Bono. Ese numerito, ridículo para muchos, ya lo hizo U2 con el presentador Jimmy Fallon en Nueva York. Lo peor es que eclipsó el momentazo de Ariadna, la fan que subió para tocar el bajo en "Desire". Hasta que Adam Clayton la llamó, no sabía lo que iba a ocurrir. Ella misma nos lo contó, incrédula.

Ojos españoles. Tocar "Spanish eyes" en pleno procés tiene su aquel. Bono también agradeció la faceta solidaria de los reyes de España -Letizia estaba presente el sábado, dicen- y alabó al público español. Se oyeron unos tímidos silbidos. Un vídeo mostró el planeta visto desde el espacio, con la voz de Stephen Hawking recordando la unidad de la raza humana: "Las únicas fronteras son la forma en la que nos vemos los unos a nosotros".

Europa. La emoción al piano de "Every breaking wave" y "October", todavía en el escenario "e", da paso a la brutal "Bullet the blue sky", con imágenes del ISIS y de refugiados, y palabras de Bono en pro de la acogida. "Zooropa", el himno a la incertidumbre europea publicado tras el Tratado de Maastricht, da paso a la euforia de "Where the streets have no name" y a las indiscutibles "Pride" y "With or without you".

Bises. U2 se puede permitir el lujo de prescindir de "One" si la cambia por "Bad", favorita de los seguidores más veteranos, y "40", la canción con la que cerraron a toda prisa el álbum "War" (1983), basándose en la letra del salmo 40: "¿Cuánto tiempo cantaremos esta canción?" Puede que el próximo año, en Madrid, Bilbao o Lisboa, volvamos a entonarla.

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