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El nuevo retrato generacional

Tres trabajos de disparidad geográfica y cierto nexo argumental conviven en el apartado de novedades recientes de la novela gráfica en el mercado español. Suecia, Canadá y España, levantando la voz: las cosas NO van bien

Los años noventa fueron los de la Generación-X (término en realidad acuñado mucho antes pero popularizado en la última década del s. XX). Venía a definir a una generación de jóvenes a la que no unía una estética (como la de los rockeros años cincuenta) o una ética (como la generación hippie). El denominador común para los veinteañeros de la famosa X era el desencanto por el presente y la incógnita angustiosa ante el futuro. La música fue el primer detonante de esta generación chafada, con Nirvana a la cabeza, pero pronto otras artes y sobre todo las narrativas fueron también el reflejo de este estado mental/social. Los cómics tienen a un representante tardío pero exacto de esa época en Adrian Tomine, a quien hoy podemos considerar verdadero clásico del cómic de autor y los contenidos para lectores maduros, con sus propuestas de almas desencantadas y espacios narrativos muertos.

Y decimos clásico porque, aunque su obra tiene apenas veinte años, su estilo profundo y desasosegado, detallista pero nunca doctrinario, ha calado en una generación de autores que, en estos tiempos de mierda, o de crisis, vuelve a necesitar de voces artísticas para gritar -aunque sea con la sotto voce de la novela gráfica- que las cosas no van bien. Últimamente el mercado español ha visto algunos cómics fiel retrato de esta Generación X-X-I.

La editorial Sapristi nos acerca una propuesta desde Suecia, Doble sentido, la obra del debutante Niklas Asker. Su deuda a Adrian Tomine es mucha, ya no solo por el tono circunspecto y apesadumbrado que narra historias reservando espacios borrosos para que sea el lector quien los complete; su estilo gráfico remite mucho al dibujo del autor de Rubia de verano (editado por la cúpula y posible obra cumbre de Tomine). De trazo realista pero aires espontáneos, Asker es más virtuoso como dibujante que el primer Tomine, pero también menos intuitivo y genial. Su obra es un retrato de encuentros casuales y fugaces para describir dos historias paralelas (la de un fotógrafo emparejado con una bajista de rock, y la de una escritora homosexual con bloqueo creativo) con escasas pero fundamentales tangencias. Personajes en crisis, dependencias emocionales y el peso de la fortuna y la casualidad son los motores de esta breve pero muy intensa novela gráfica.

Ladronzuela (La Cúpula) es otra obra de un autor novel, en este caso proviene de Canadá y se llama Michael Cho. Tiene colaboraciones previas para Marvel, DC o el New York Times, pero esta es su primera novela gráfica, y gira alrededor de la vida de una chica que encuentra su válvula de escape en el minúsculo peligro del hurto en el colmado de la esquina. Más allá de esta "aventura al límite", la vida de Corrina Park es gris y derrotista. Aunque ha estudiado literatura y aspira a convertiste en novelista, trabaja en una dura agencia publicitaria en la que no se siente realizada. Vive sola y, como a los protagonistas de Doble Sentido, le pesa la vida. Nuevamente se aprecia la larga sombra de Tomine en el principio rector de esta novela gráfica, pero Cho es posiblemente un autor de mirada más limpia que quiere ofrecer luz, algo de esperanza al final del túnel. Ladronzuela encara la vida con un pulso menos monocromo que el de Asker, y el dibujo de Michael Cho es más abierto a influencias de autores y obras mucho más lumínicos que Tomine, como puede ser el último Mazzuchelli o (muy claramente en el apartado gráfico) Bruce Timm, responsable del Batman más "cartoon" de las últimas décadas.

Y esta trilogía generacional se cierra (aunque cuántas obras más cabrían...) con El mundo a tus pies, de Nadar (editada por Astiberri). La influencia de Adrián Tomine se diluye en la segunda obra del autor (era más evidente en Papel Estrujado, su anterior obra, una impresionante ópera prima), pero que se mantiene en el papel de cirujano de la juventud de su tiempo y lugar. España, 2015. Casi nada... Nadar observa el presente a vista de pájaro pero en vuelo rasante, acercando su mirada a tres historias que podrían ser la tuya, la de tu vecino, la de tu hija o tu hermano. Las vidas de tres jóvenes rondando la treintena en un país desnortado, sin oficio ni beneficio, sin capacidad para albergar el futuro de toda una generación. En plata, El mundo a tus Pies con ese título de brillante neón radiografía y abofetea al paro y las múltiples pequeñas y grandes crisis que provoca en España hoy.

Hay muchas virtudes en esta novela gráfica de formato apaisado. La primera es urdir tres relatos y no vencer a la tentación fácil de bordar un tapiz de vidas cruzadas. Porque estar tres historias no son un trío de particularidades para trabajar con ellas a lo deus ex machina, si no, casi, tres ejemplos aleatorios de miles, millones de casos posibles. Ahí radica la fuerza devastadora de la obra. Es ficción, pero alejada de artificios. Lo serían los diálogos, que constantemente quieren caer en la arenga. Pero Nadar se revela como uno de los mejores dialoguistas de la generación de la novela gráfica española, y brilla. Y otro acierto mayúsculo es su final, una conversación de reflexiones abiertas al futuro, a replantearnos la vida, el sistema, la sociedad que malvivimos. Valiente, esperanzado pero realista, Nadar es, hoy y con esta obra, una de las más interesantes firmas del panorama del cómic nacional.

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