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Otra casita de chocolate

Night Shyamalan resucita de entre las cenizas cual fénix y lo hace con una producción que emula las grabaciones domésticas

Night Shyamalan resucita de entre las cenizas cual fénix y lo hace con una producción que emula las grabaciones domésticas, en la línea de los secuaces de brujas de Blair y compañía. La premisa de partida es terrorífica: unos niños que no han visto nunca a sus abuelos se van a pasar con ellos unos días, período suficiente para descubrir conductas inquietantes.

Pero el mérito de Shyamalan no es solo darle la vuelta al tópico de las idílicas estancias con los abuelitos, reconvirtiendo la experiencia en una visita a lo Hansel y Gretel, sino hacerlo con sentido del humor a través de la visión de los adolescentes que filman todo el proceso, con los riesgos que a veces eso implica. El resultado es una película ligera que combina la inquietud con cierto esperpento, pero aún no a la altura de sus mejores trabajos.

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