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Retorno por la puerta grande

Tras abandonar el mundo del cómic para centrarse en el cine, el italiano Gipi vuelve a la historieta con "Unahistoria", mostrándonoslo en plena forma

Viñetas de "Unahistoria", de Gipi.

Gianni Pacinotti, más conocido como Gipi (Pisa, de 1963), estuvo cinco largos años en el dique seco. No es que, en realidad, hubiera abandonado al cómic en favor del cine o la ilustración, sino que sus intentos de volver al noveno arte eran infructuosos, fallidos. Hasta que el año pasado entregó a los lectores Unahistoria, que ahora edita Salamandra en castellano.

Y Unahistoria tiene un poco del famoso Decíamos ayer de Fray Luis de León, porque el hiato temporal no se corresponde con rupturas formales o búsquedas nuevas. Más que enfrentarnos a la obra de un autor sufriendo por la necesidad de cambios, Unahistoria supone la continuación de un estilo firme, insobornable y claramente autoral. Estamos te un Gipi reconocible y afinadísimo, que por fin ha encontrado la historia que necesitaba para volver al cómic. Una historia que es como siempre en el autor italiano una reflexión sobre la naturaleza humana, la historia y la memoria. Para articularla ha optado además por el camino difícil, con una obra difícil. No indescifrable, pero sí de lectura exigente y que reclama atención al lector, articulada alrededor de dos personas y dos épocas, un escritor que aparentemente ha perdido el juicio (o así piensan en el sanatorio en que está recluido) y un joven en el campo de batalla durante la Gran Guerra. Historia de obsesiones, pérdidas y elecciones, como la de un escritor que, optando por obsesionarse con el pasado (un pasado familiar) es visto como enfermo o cuanto menos, no apto para convivir en nuestra sociedad. Y la guerra, otro tema muy del autor, está presente, claro, en esa historia de amor en tiempos de trincheras.

Pero si el contenido es brillante por la hondura de lo abordado, también lo es por la forma, cercana al acto poético, con repeticiones, paralelismos y reflejos que alejan al libro de la narrativa convencional para sumirnos en un río torrencial de sensaciones. Sensaciones que nos abruman al tiempo por la forma, por ese Gipi en estado puro, que se mueve entre el bosquejo vívido (que aquí es sucio y realista, y allí lírico y evocador) y ese pictoricismo marca de la casa, de una fuerza abrumadora y un colorido simbólico.

Equilibrio lll

Es importante insistir en que "Unahistoria" tiene además el equilibrio necesario, con una escritura exacta y doliente ("Si el adolescente se despertase de repente, una noche. Se levantase y se viese en el espejo con los miedos, con las miserias de sus futuros cincuenta años..." ), con una capacidad pictórica sobresaliente, plena en texturas que nos embriagan.

Pero ni lo pictórico ni lo literario buscan más que servir a lo importante aquí: el cómic. "Unahistoria" nunca lo olvida, y todos los recursos de Gipi, que son muchos, sirven a lograr precisamente un cómic excelente.

La única lástima es que el tamaño del libro no sea el original, tipo álbum. Favorecería el poderoso efecto plástico de sus páginas. También hay que advertir que la portada original se sustituye por una viñeta interior.

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