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La Roma de Julio César

Jesús Maeso se aproxima a la humanidad del personaje en esta novela histórica

Las lágrimas de Julio César - JESÚS MAESO DE LA TORRE - Ediciones B. 736 páginas

Cuenta Plutarco en "Vidas Paralelas" que en una ocasión, durante una de las campañas de Julio César en Iberia, sus amigos lo encontraron llorando mientras leía un escrito sobre Alejandro de Macedonia. Al ser preguntado por la causa de su llanto, César respondió: "¿Os parece poco motivo de dolor que Alejandro a mi edad fuera rey sobre tantos, y yo aún no haya hecho nada brillante?". Esta es una de las veces que personas cercanas a Julio César han testimoniado cómo el gobernante más carismático de la antigua Roma derramaba lágrimas de impotencia o de dolor ante acontecimientos que le afectaban personalmente. Es esta dimensión humana la que el escritor Jesús Maeso indaga en "Las lágrimas de Julio César" (Ediciones B) su última novela histórica. A lo largo de más de 700 páginas el autor sitúa a César llorando ante la estatua de Alejandro en el templo de Melkart en Gades, a las muertes de su hija Julia y de Pompeyo, pero también en acontecimientos como el paso del Rubicón, la victoria ante Escipión el Africano o al descubrir la traición de algunos de sus generales en la guerra de Hispania. Julio César llora no sólo porque "el llanto del ser humano es la lluvia que apaga el fuego del dolor" sino porque esta actitud de humanidad lo acercaba más a sus legionarios, que veían en él un líder con sentimientos emotivos. Como dice uno de los personajes de la novela, "lo mejor que el hombre puede ofrecer, después de su sangre, es su llanto" (p.254).

Sin embargo, "Las lágrimas de Julio César" no es la biografía novelada de un personaje histórico. César es aquí un protagonista secundario y lejano cuyos últimos años de vida, con su victoriosa trayectoria y su trágico final, son sólo el soporte sobre el que discurren los avatares de los tres protagonistas de la historia, tres personajes de ficción a quienes el caprichoso destino reunió en la Roma de Julio César en un momento decisivo de sus vidas. Hatsut (que adoptó el nombre de Arsinoe como sibila del tempo de Gades), su compañera Tamar (llamada más tarde Zinthia) y su hermano Silex (Marco Druso Apollonio es su nombre romano), unidos por un trágico origen común, recorren las páginas de esta ficción cuyo desenlace apunta hacia una terrible venganza sobre los responsables del crimen que los obligó a separar sus vidas durante largos años.

La estructura de la trama sobre la que se sustenta el relato se desarrolla a través de las historias paralelas de los protagonistas de la novela, a los que Maeso sitúa en escenarios de África y Gades, y que concurren finalmente en la Roma de Julio César, "una nación dura, violenta, codiciosa y amante de los placeres que está cambiando el mundo conocido", como la define uno de los protagonistas (p.639).

Como en otras obras de Jesús Maeso, uno de los valores de la novela es la recreación de ambientes, costumbres, vestimentas, ritos, espectáculos, arquitecturas y hasta gastronomía de la época histórica en la que se sitúa el relato, narrado con un rico vocabulario. A lo largo de "Las lágrimas de Julio César" el lector llega a sentirse como un testigo real de la época, como un paseante por los escenarios sobre los que se desarrollan las historias que aquí se cuentan.

En "Las lágrimas de Julio César" se narra la vida placentera de las clases adineradas de la Roma de la época, pero también las miserias y el hambre del pueblo hacinado en viviendas miserables; las inmoralidades de un régimen esclavista que vive de la explotación, el latrocinio y la traición, y las corrupciones de la clase política, que sacrifica el bienestar del pueblo y el futuro de Roma a la avaricia personal de sus gobernantes.

La narración tiene algunos de sus mejores momentos en las escenas de sexo y de violencia que se desatan en aquella Roma recreada por Jesús Maeso. En el sexo, que el autor sitúa unas veces en los lujosos y sofisticados aposentos de las clases más favorecidas y otras en los burdeles más pestilentes. Y en las escenas de violencia de las batallas y los crímenes más horrendos (incluido el magnicidio de César), narrados con un verismo que estremece. Escenas de sexo y violencia que jalonan una historia bien escrita, con momentos de emoción y hasta de suspense.

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