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Sobrevivir no es salvarse

James Rhodes relata en "Fugas" la superación de los abusos a través de la música

Fugas - James Rhodes - Blackie Books - 278 páginas

Quienes descubrimos a James Rhodes a través de su libro "Instrumental" no hemos podido olvidarnos de esa lectura, hay algo en ella que marca y exige, no solo reflexión, también obliga a posicionarse ante algo que por su extrema violencia nos afecta de un modo definitivo. Difícil definir a este superviviente a quien la música salvó y sigue salvando. Conocemos los abismos de Rhodes a través de sus palabras, principalmente de su testimonio -clave vital en su desarrollo personal y profesional- como víctima de abusos sexuales en la niñez, unos abusos que el propio autor se resiste a definir de un modo contenido pues es necesario que algo así sea narrado con toda la violencia y atrocidad con la que se llevaron a cabo: la violación brutal de un niño. Este hecho (repetidos durante años) le provocó diversas lesiones de gravedad en la espalda, varias operaciones y múltiples secuelas físicas y evidentemente emocionales y mentales ("El cuerpo nunca olvida"). Rhodes se reafirma en su deber moral de romper y atravesar el silencio, de aullar bien alto y contar la verdad vivida y atravesada durante años para poner de manifiesto y dejar claro que la inocencia está absolutamente desprotegida y que cosas atroces ocurren cada día, en cada momento, en este mismo instante? No es esta una versión amable de historia alguna, los detalles más terribles son necesarios para comprender su alcance.

A través de estas páginas conocemos este infierno interior que le acompaña en giras y conciertos, en vida propia y profesional, en relaciones, noches de insomnio, amistad y aislamiento y de cómo la música logra calmar el recuerdo y salvar y seguir salvando al niño que sigue asustado, impotente, lejos de su cuerpo mentalmente para poder sobrevivir a toda esa violencia. Existe una belleza inigualable en los momentos en los que Rhodes describe sus diferentes encuentros con la música, con los diversos pianos a los que se acerca en los distintos países que visita como si un animal dañado se reconociese al fin en el espejo exacto que refleja su belleza, su admiración por los grandes músicos de la historia y por sus no demasiado afortunadas vidas. Es aquí cuando el maestro crece y se alza por encima de todo sufrimiento y cuando el deseo más íntimo del pianista logra su objetivo, llegar al otro en comunión, trasladar esa pasión a quien escucha y también hacer posible -como bien describe en otro de sus libros, Toca el piano- que otras personas se beneficien del poder curativo de la música. No solo es recomendable la lectura de este libro sino también necesaria, conocer los mecanismos de autodefensa pero también de acción (y deber) social (y personal) que tenemos y debemos llevar a cabo para evitar que el abuso -en cualquiera de sus formas- se lleve a cabo, es necesario conocer y escuchar la palabra de la víctima y admirar el hecho de este acto heroico: hablar, nombrar. Merece la pena exponerse si así se logra cambiar las cosas, nos dice Rhodes, escuchar puede ser el primer paso y la música también un agente de cambio además de un refugio fundamental. El secretismo es una costumbre difícil de romper, añade el músico. Pero frente a toda ocultación se rompe el silencio y surge la esperanza: "Ha llegado la hora de no limitarme a sobrevivir, de empezar a vivir de veras, de forma auténtica y con algo de compasión por mí y por el niño que fui y al que destrozaron de forma tan salvaje. Porque vivir de este modo constituye la única manera efectiva de apagar el fuego que me rodea, y ser libre". Este libro es un hermoso ejemplo de absoluta entrega y libertad, pero principalmente un ejercicio de valentía y compromiso hacia toda la humanidad.

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