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Oficio de tinieblas

Palos de ciego - David Torres - Círculo de Tiza - 330 páginas

El fogón fabulador de David Torres (Madrid, 1966) ha servido para que hiervan en el papel historias tan sofocantes (en el buen sentido) como Niños de tiza, Punto de fisión, El mar en ruinas o El gran silencio. Curiosamente, todos esos títulos funcionan a modo de acertijo que permite resolver alguna de las claves (armoniosamente turbulentas e emotivamente inquietantes) que se esconden en la mirada sobrecogedora de Palos de ciego. Niños, tiza, fisión, ruinas, silencio. Hay muchas formas de ver el mundo. También hay muchas otras de no verlo. La de Torres es muy epecial, única y adictiva. Dejemos que nos lo aclare. Palos de ciego es la historia "de un libro que no pude escribir y de un niño que apenas llegó a nacer. Es la búsqueda del recuerdo mi hermano mayor, David, que murió en una de las infames clínicas dedicadas al tráfico de niños robados durante el franquismo, y la indagación sobre un controvertido hecho histórico: la brutal matanza de juglares ciegos ucranianos. Desde que hace ya un cuarto de siglo tropecé con la noticia del Congreso de Járkov, donde centenares de músicos ciegos fueron asesinados por orden de Stalin, intenté escribir una novela que preservara su memoria, pero fracasé en todas las ocasiones, como si un obstáculo invisible se presentara siempre en mi camino".

Un viaje que tenía proyectado a Ucrania el año pasado "para documentarme también se frustró y pensé que era la última oportunidad, puesto que yo quería que el libro coincidiera con el aniversario de la Revolución Soviética. Entonces, cuando ya pensaba en tirar definitivamente la toalla, de repente emergió el recuerdo de ese hermano muerto, David, que lleva mi mismo nombre. Casi por instinto comprendí que tenía que escribir ambas historias chocándolas una contra otra, una oscuridad contra otra, una tiniebla contra otra. En cierto modo, ambas historias hablan de la incertidumbre esencial de nuestras vidas, de la imposibilidad del conocimiento, de los amores inconclusos, pero también de las víctimas que fueron silenciadas y de las que jamás existieron. De lo que no sabemos y no podremos saber nunca".

Después de haber esperado más de veinte años, "escribí el libro de un tirón en varios meses, combinando todo lo que sabía y todo lo que desconocía, mezclando la autobiografía con el ensayo, la ficción con la realidad, la novela con el reportaje, y la historiografía con la musicología. Dentro de sus páginas están las ruinas de Borrón, esa novela que no pude escribir, y también la tumba de ese hermano que quizás -una posibilidad remota- esté viviendo en alguna parte, ajeno al hecho de que le arrebataron de su propia familia. De algún modo Palos de ciego también es un diálogo con ese hermano que murió por culpa de una infame negligencia médica (o que fue robado a sus auténticos padres). Son más de 60.000 niños robados desde finales de la guerra civil, un crimen de lesa humanidad que, hasta la fecha, todavía no ha producido un solo proceso judicial, ni una sola condena. Y al final, después de ventitantos años, escribí el libro de un tirón, en unos pocos meses, una novela -por llamarla de algún modo- que narra las dificultades de mi investigación y los tormentos de la escritura; un libro sobre cómo no he podido escribir un libro". Bienvenidos a las tinieblas: pasen y vean.

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