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De padres e hijos

Ignacio Martínez de Pisón rescata el tiempo de la transición en "Derecho natural"

Derecho natural - IGNACIO MARTÍNEZ DE PISÓN - Seix Barral. 446 páginas

El profesor Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) es el narrador actual que con mayor equidistancia y precisión ha sabido abordar la historia contemporánea española reciente desde los entresijos de la novela: lo hizo en Enterrar a los muertos, que nos puso tras la pista de lo sucedido durante la Guerra Civil a José Robles Pazos, traductor y amigo de John Dos Passos cuyo asesinato terminaría por alejar al autor de Manhattan Transfer de Ernest Hemingway; lo volvió a hacer en Dientes de leche, donde vemos evolucionar a la familia Cameroni desde la llegada del abuelo Raffaele con los fascistas italianos para ayudar al bando franquista hasta la reconciliación familiar que supone, ya en plena democracia, la exorcización de los fantasmas del pasado por parte del nieto; siguió haciéndolo a través del oportunista personaje de Justo Gil Tello en El día de mañana, que se centra en el tardofranquismo y la Transición a la democracia; y en esa deriva un tanto tolstoiana que en cuanto a cantidad de páginas va tomando su obra volvió a hacerlo con La buena reputación, acertando al novelar la ciudad de Melilla durante la fase final del Protectorado.

En Derecho natural, su última novela, sigue teniendo un peso esencial en el desarrollo narrativo la cronología histórica, que va de mediados de los años sesenta a 1987. Ángel Ortega es uno de esos actores secundarios que proliferaron en las películas de vaqueros de los años sesenta y setenta, un tipo con desparpajo y galanura que se gana la vida a salto de mata, de producción en producción, haciendo un poco de todo y sobreviviendo en el ambiente del cine un tanto cutre de serie B en espera de esa gran oportunidad que, por supuesto, no llega. Un hombre que vive huyendo y regresando al inestable hogar que formó con Luisa, a la que le va endosando un hijo con cada una de las reconciliaciones, hasta que ella se cansa y decide tomar las riendas de su vida, dejando a Ángel al margen del futuro. Lo que le queda entonces, calvo y gordo, clavadito a Demis Roussos, es ganarse la vida imitando al cantante griego en espectáculos de salas de fiestas madrileñas o en chiringuitos de verano por la costa levantina. La historia, contada por el primogénito de la pareja, Ángel Jr., una especie de contrafigura del padre -serio, reflexivo, maduro, generoso y discreto- se va desenvolviendo con la naturalidad a que nos tiene acostumbrados Martínez de Pisón, aunque algo lastrada por el exceso meditativo del personaje.

"En aquella España carente de un desarrollo legislativo pleno, no había una coincidencia entre derecho y justicia (?). Si el ordenamiento jurídico se revelaba insuficiente, cabía defender la existencia de derechos superiores, fundados en la naturaleza humana. La equidad, entendida como justicia natural, estaba por encima de la justicia positiva".

Lo que sucede en esta novela, como en todas las de su autor, son enredos de familia, de una familia concreta que se convierte en referente de un tiempo anclado en la memoria colectiva, con sus luchas entre generaciones, claro está, pero también con la aceptación de lo que uno es: "Miré a mi padre con el rabillo del ojo. ¿Cómo podía ser que, creyéndonos tan distintos, fuéramos en el fondo tan parecidos?".

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