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El cuento de la criada en la era Trump

El regreso de una de las obras más conocidas de Margaret Atwood

El cuento de la criada - MARGARET ATWOOD - Salamandra. 412 páginas

En 1984, estando la escritora canadiense Margaret Atwood en el Berlín aún dividido, empezó a escribir El cuento de la criada (publicado un año después) en la estela de Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley, o 1984 (1949), de George Orwell. Éstas son, entre otras, distopías ya clásicas pero todavía indispensables para entender, no sólo la sociedad contemporánea, sino las maniobras utilizadas secularmente para construir la cultura occidental.

La serie de televisión en diez capítulos de una hora, producida en 2017 por MGM/Hulu sobre la novela, y los acontecimientos recientes de la política estadounidense han catapultado de nuevo a la actual lista de libros más vendidos de Amazon el de Atwood, que ya ganó el Premio del Governor General en 1985 y el Premio Arthur C. Clarke en 1987, que fue llevada al cine en 1990, adaptada a una novela gráfica, trasladada a una ópera y a un ballet y traducida a más de cuarenta idiomas.

El cuento de la criada narra en dos tiempos alternativos, el presente, distópico, y el pasado, añorado, lo que sucede en Estados Unidos después de un golpe de estado que asesina al presidente y se hace con el poder. Si antes del golpe había motivos sobrados por los que protestar, después no ha lugar a levantar la voz so pena de perder la vida.

Los derechos de las mujeres son los primeros que se derogan; se les prohíbe trabajar fuera de casa, se les impide tener propiedades y no se les permite leer. Las que no son esposas de hombres importantes pasan a ser criadas, receptáculos del semen de sus señores y madres forzosas para reponer la bajísima tasa de reproducción del país, ya que la polución y los vertidos químicos en el agua han acelerado la esterilidad en ambos sexos.

La novela es terriblemente dura; es una historia de supervivencia casi imposible, aliviada aquí y allá por los toques de sarcasmo y humor negro de la protagonista y narradora, Offred. Offred lo ha perdido todo con el golpe de estado: pareja, hija, amigas, trabajo y su propio nombre, pues las mujeres reciben ahora el nombre del hombre bajo cuya tutela viven precedido de la preposición 'of' de pertenencia. Así Offred equivale a Of-Fred ('de Fred').

Si una muere o desaparece es repuesta por otra con el mismo nombre. Y como todas van vestidas iguales, de rojo, pierden cualquier vestigio de identidad y cualquier rasgo de personalidad que les quedara. Lo que no les pueden arrebatar es la memoria, que Offred ejercita por las noches, desgranando en dolorosas retrospectivas lo que había sido su vida en libertad.

Los recuerdos, la incipiente empatía que se deriva del trato continuado, la necesidad de recibir un beso en medio del acto sexual oficializado, el jugar clandestinamente con las palabras del scrabble y la resistencia inevitable durante las dictaduras parecen aliviar la situación. Pero es difícil orientarse en una atmósfera de vileza tal, en una obra donde prevalecen las partes tituladas "La noche" y se repiten los campos semánticos del fingimiento, la desconfianza y la desesperación. Offred duda de sus pasos, de sus decisiones, y así lo confiesa: "Subo y penetro en la oscuridad del interior, o en la luz".

En 2017, cumplidos ya los treinta años desde la publicación de la novela, Atwood escribió "Lo que El cuento de la criada significa en la Era Trump" como introducción a la nueva edición de la novela de Anchor Books, artículo que se ofrece también como introducción a la edición que reseñamos hoy. En ella contesta la autora a algunas de las preguntas más recurrentes del público lector en referencia a su novela.

La duda más significativa es si algo así podría ocurrir en el futuro a las democracias occidentales. Atwood observa que una de sus premisas al escribir la que es su primera novela de política-ficción fue no incluir nada que no hubiera sucedido ya en la Historia y que, por tanto, es posible que "el orden establecido pueda desvanecerse de la noche a la mañana. Los cambios pueden ser rápidos como el rayo. No se puede confiar en la frase 'Esto aquí no puede pasar'. En determinadas circunstancias, puede pasar cualquier cosa en cualquier lugar".

Las últimas palabras de Atwood, "confío en que esto no ocurra", son una buena razón para leer su novela, recapacitar sobre las actuales circunstancias y obrar en consecuencia con sentido común y conocimiento de causa.

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