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Realismo modernista

Cambiando los códigos sociales de la Inglaterra de entreguerras

A la intemperie | ROSAMOND LEHMANN | Errata Naturae, 502 páginas

Rosamond Lehmann fue una autora reconocida en su tiempo pero olvidada por la crítica en la segunda mitad del siglo XX, oscurecida por el éxito (merecido, sin duda) de la triada gloriosa anglosajona: T.S. Eliot, James Joyce y Virginia Woolf. A la sombra de estos nombres languidecen autores fundamentales en el desarrollo de la literatura europea, como D.H. Lawrence, May Sinclair, Radcliffe Hall, C.P. Snow y la propia Lehmann, por citar solamente a unos pocos.

Rosamond Lehmann publica su primera novela, Dusty answer, en 1927, el mismo año que Virginia Woolf publica Al faro. Y, curiosamente, mientras la novela de Woolf fue acogida con reservas por la crítica, la de Lehmann fue un éxito inmediato. Su argumento, basado principalmente en la búsqueda del amor por una mujer joven de gran fuerza pasional, y la forma delicada, pero sensual, en que se trata el lesbianismo, interesaron sobremanera al público lector de la época, lo que sorprendió gratamente a Lehmann y disgustó terriblemente a su madre, pues la autora, perteneciente a una familia de intelectuales y artistas, ya no dejó de escribir novelas y narraciones breves. En 1976 publicó su séptima y última novela, A Sea-Grape Tree, y en 1967 había visto la luz su autobiografía, The Swan in the Evening. Además de A la intemperie fueron ya traducidas al español Una nota en la música, Invitación al vals y La balada y la fuente.

Las novelas de Lehmann son un desfile de diferentes tipos humanos y sociales del momento en que escribe, reunidos convenientemente para propiciar la observación, el contraste, la ironía, el humor e, incluso, la ternura. El ámbito físico de las novelas es reducido, pero la percepción literaria que ofrecen es sumamente variada; el ámbito social es casi decimonónico, dividido entre la aristocracia rural, ya en franca decadencia, y quienes trabajan para ella. Hay un claro "upstairs" and "downstairs", con su esquema prefijado de funciones, ya que sólo en esta fuerte distinción social reside la esperanza de supervivencia de los "pequeños aristócratas". Así nos encontramos con que "Ada preparará un caldo, Violet lo traerá, nosotras nos lo tomaremos y así todas cumpliremos con nuestro deber".

Si bien A la intemperie nos lleva de visita al aparentemente plácido mundo provinciano de la campiña inglesa, es ya una novela de entorno ciudadano, poblado por adultos desengañados y endurecidos por la difícil tarea de vivir cada día, y donde las rencillas sociales de quienes les precedieron se manifiestan aún en dilemas personales. No podemos olvidar el año de su publicación, 1936, una época políticamente complicada en Inglaterra: la Gran Guerra, que no había solucionado nada, dejó al país tocado económica y psicológicamente, y el futuro estaba enrarecido por oscuras premoniciones.

Lehmann consigue comunicarnos este ambiente social y esta desazón personal a través de una técnica elaborada: una mezcla sopesada de diálogo y monólogo en la que alterna el uso de la tercera persona descriptiva con la primera persona, cercana e intimista, que expresa los afectos y los deseos. En un par de líneas, la autora es capaz de familiarizarnos con las circunstancias que rodean a Olivia, personaje principal, con su pasado inmediato, con el tiempo atmosférico y con cómo ella vive todo esto. Hace uso continuo, aunque no indiscriminado, de un "fluir de conciencia" atenuado, que nos lleva a través de los recovecos de la mente de los personajes, pero en un esfuerzo consciente por no condicionar la inercia misma del relato.

En A la intemperie conviven las formas tradicionales de novelar con los desarrollos más experimentales de la época: abunda en los ambientes familiares estilo Jane Austen, en el espíritu provinciano inglés de las novelas de Elizabeth Gaskell y en los dramas socio-individuales de los personajes de George Eliot. La propia Lehmann reconoce también la influencia de su amiga Dorothy Richardson (autora que acuñó la expresión "monólogo interior"), de quien recoge la idea de que el fluir vital está por encima de los acontecimientos cronológicos.

Rosamond Lehmann encauza las experiencias propias y ajenas en su labor narrativa, las interpreta y nos las ofrece en una novela amena y de fácil lectura, para que podamos, partiendo de sus historias, disfrutar también de los desarrollos posteriores de la literatura.

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