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Una clase con el gran Tarkovski

Atrapad la vida - Andréi Tarkovski - Errata Naturae, 192 páginas, 18,00 euros

Al genial cineasta ruso Andréi Tarkovski (1932-1986) no le interesaban los significados, buscaba las sensaciones. Un fulgor de ellas. No es sencillo explicarlas. Quizás, incluso, sea perder el tiempo intentarlo, posibilidad cercana a la certeza que no impide que sobre la obra del director, corta en títulos (siete obras maestras) pero inmensa en propuestas, haya una amplia bibliografía. Él mismo fue uno de los autores que de forma más profunda y lúcida analizaron por escrito su propia obra y su búsqueda incansable de un ideal filosófico por la vía viva de las imágenes.

"Es imposible hablar de la cuestión de la creación artística con el lenguaje ordinario y racional", reconoció / advirtió poco antes de su prematura muerte. De ahí la importancia trascendental que tiene para los admiradores de Tarkovski la publicación en España de Atrapad la vida (Lecciones de cine para escultores del tiempo), y que sirve como complemento perfecto para otra obra clave, Esculpir en el tiempo, que, por desgracia, ha tenido muy mala vida editorial en España. Como recuerdan los editores de esta segunda obra, "ya en el título mismo de la obra se parte de un error muy grave: no se trata de 'Esculpir en el tiempo' sino de 'Esculpir el tiempo'". En su libro póstumo evoca sus rodajes, enumera éxitos y fracasos, hace acopio de secretos y obsesiones, defiende con pasión la visión del Séptimo Arte que cinceló durante toda su carrera y da palos críticos tanto a la censura del estado soviético como a la que surge de la sociedad de consumo. Hay furia, brotes de desencanto, zonas de desesperación incluso, pero también late una esperanza indesmayable. Sus páginas son un manual de instrucciones para los que quieran saber cómo se hace una película que aspira a ser una obra de arte, ya sea desarrollando el proceso de construir una idea inicial sobre la que levantar el entramado fílmico o bien dando una lección magistral sobre cómo escribir un guión alertando sobre los errores que no se deben cometer. Y, por supuesto, hay espacio para adentrarse en los misterios y realidades del montaje, sin olvidar un elemento tan decisivo como es la dirección de actores y los innumerables problemas que surgen en esa relación tan delicada e inflamable. Una condición insaciable: hacer cine implica dejar bien encerrada cualquier tentación de someterse a lo previsible o abrazar esquemas y normas fijadas de antemano, siempre y cuando se tenga presente que al enfrentarse a semejante acto creativo y espiritual lo que se pretende es atrapar la vida.

El volumen, esmeradamente traducido por Marta Rebón y Ferran Mateo, recoge los apuntes del cineasta para unas clases de especialización postuniversitaria entre 1967 y 1981, y artículos publicados en revistas. Ahí va un anticipo: "Lo que empuja a una persona cualquiera a ir al cine es la posibilidad de tener un encuentro con el tiempo: el tiempo perdido, el tiempo fugado o aún no alcanzado. Vamos al cine en busca de una experiencia vital, pues el cine, como ninguna otra forma de arte, amplía, enriquece y concentra la experiencia material del hombre; es más, no sólo la enriquece, sino que la expande significativamente. He aquí donde reside a auténtica fuerza del cine. No en las 'estrellas', ni en los temas manidos, ni en el entretenimiento".

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