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A la rica prosa

El Diccionario enciclopédico de la vieja escuela de Javier Pérez Andújar

Diccionario enciclopédico de la vieja escuela | JAVIER PÉREZ ANDÚJAR | Ed. Tusquets, 2016, 477 páginas; 21 euros

Leer un artículo o una de la entradas, cualquiera, de este peculiar diccionario de Javier Pérez Andújar (1965) es lo mismo que darse una ducha fresca cuando te mata el calor del tedio: espabila y te alegra. Es un chorro apoteósico de ingenio verbal por alguien que es dueño absoluto del genio del lenguaje. Como lo fue Quevedo, que lo estrujó hasta hacerle daño o hasta que soltase todo lo que llevaba dentro. Un estilo es la herramienta imprescindible para contar el mundo en quien escribe columnas o no muy largas crónicas o retratos implacables impecables (de un barrio, de un personaje que de otro modo nunca saldría en los periódicos, salvo en sucesos). Andújar pone su pulidísimo estilo en beneficio de los perseguidos, las mujeres que debían ocultar hasta su género, los desheredados, de ese pueblo que limpia los restos que dejan por ahí los ideales de la revolución burguesa. Es hombre de fanzines, folletos, personajes, tebeos, escritor de lo popular, los quioscos, los presos, la puta crisis o gran estafa. Cualquier cosa menos un articulista "cipotudo", nunca un chuleta esteticista del arte por la nada, masculino y pavo real. Licenciado en Filología, novelista, ensayista y cronista de periferias, con parada y fonda actual en "El País", invito a que se vea y oiga en YouTube su pregón a las fiestas barcelonesas de La Mercé, donde el juego de palabras demuestra que con la palabra no se juega, para escarnio de blogueros analfabetos que ansían ocupar hoy el lugar de escritorazos como Andújar.

Fijémonos, por ejemplo, en el comienzo del capítulo "Banda Trapera del Río" de este pretendido diccionario tan a su manera, con entradas por orden alfabético, pero que a veces remiten a otra entrada inexistente. Conceptismo puro: "Barcelona era el paraíso del chapero hasta que llegó Trias y puso orden en las librerías, y vio que esa rima era buena. Luego también vio que rimaba con guarderías, y asi ripio ha ido convirtiéndose en vocativo de RIP. Ahora en los colegios públicos lo que se va a enseñar será recorte y confección mientras en los concertados impera en código del AMPA". Acaban de leer ustedes en unas líneas un exacto tratado sobre el cambio para mal de una ciudad. O lean "Carrete", un retrato al minuto que clava al personaje. O un reportaje que se lee con la boca abierta: "Operación 'Perro rojo' ". Fíjense en "Demócrata": "Al demócrata español de toda la vida le ocurre como al flamenquito, y tiene el corazón partío entre el Estado del Bienestar y las cuentas en Suiza (o en Andorra, por citar otro lugar con ginebra). Pero por encima de la 'fondue', es decir, de fundir la pasta, lo que más le gusta al demócrata español de toda la vida es tener un rey. O dos a la vez, a ser posible, como en el Vaticano, donde ahora gastan doble papada". O en el concepto de España, donde "se habla mucho en gerundio porque es un sitio donde no se hacen las cosas. Las están 'haciendo', pero no las hacen. Vivimos en gerundio". Así, jugando a decir la verdad, "un piquete es lo que se pone un yonqui cada vez que el sistema nervioso se le declara en huelga". Acaso en huelga indefinida: "quiero decir que no sé definirla bien". Y, no pudiendo ser de otro modo, una umbraliana: "Umbral es un modo de ser literatura". En nada, será una andujariana.

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