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Historia novelada de una decadencia

"Palmagallarda" recrea la extinción de la aristocracia en los albores de la guerra civil española

Ilustración de Xulio Formoso.

En vísperas de la guerra civil una familia de la aristocracia terrateniente andaluza se traslada a su finca, cercana a la imaginaria localidad sevillana de Recuerda, para aislarse de los acontecimientos inquietantes que vive la sociedad española durante el gobierno del Frente Popular. En su novela "Palmagallarda" (Ed.Renacimiento) el periodista y escritor Ignacio Romero de Solís (Sevilla, 1937) personaliza en el marquesado de los Monsalves de Tous la decadencia de una clase social que vive el final de una etapa histórica y el comienzo de otra en medio de la situación de inestabilidad que culminó en el golpe de Estado y una guerra que engendró episodios de violencia incontrolada en ambos bandos. Uno de los personajes secundarios de la novela hace un lúcido diagnóstico de la situación antes del estallido: "? entre ambos bloques, que predican cada uno de ellos a su manera y con un odio feroz, hay un pequeño grupo de ilustrados, profesores universitarios, médicos eminentes, escritores, periodistas, músicos y pintores a los que ninguno de los dos bloques escucha? estos serán con toda seguridad los perdedores ganen los unos o ganen los otros".

La vida de los Palmagallarda transcurre en medio del lujo y las comodidades propias de una familia de su rango, asistida por las atenciones de una servidumbre fiel con cuyos miembros mantienen unas relaciones, entre el distanciamiento y la familiaridad, forjadas a través de largos años de servicio. El ritmo narrativo de una débil trama argumental se recrea hasta en los más detallados aspectos en esa vida de lujo y en la descripción de los personajes que la protagonizan y de los paisajes y escenarios en los que se desarrolla. También en la cocina y en los menús que consumen los protagonistas, de los que el novelista es buen conocedor dada su dedicación a la crítica gastronómica. Una narración exhaustiva que en ocasiones ahoga el desarrollo de la acción pero que sirve para calibrar en su justa medida las dimensiones de las condiciones de vida de una clase social que se extingue. El ritmo narrativo se acelera en el último capítulo al describir los sucesos que genera el estallido de la guerra.

El protagonismo de la novela se reparte entre los miembros de la familia y los de la servidumbre. Romero de Solís crea en estos dos ámbitos tipos humanos portadores de los vicios y las virtudes comunes a la condición humana. Entre todos ellos sobresalen Cala, el fiel sirviente que se hace imprescindible para el funcionamiento de la casa, y Don Tomás, uno de los hijos de la marquesa, que se aparta del estereotipo de aristócrata envarado ajeno a las necesidades del pueblo. Por el contrario, Don Tomás se interesa por los problemas de la sociedad de su tiempo y por las necesidades de los trabajadores. Es él quien reflexiona acerca de los señoritos andaluces que marchan voluntarios para defender las iglesias de Sevilla de los supuestos incendiarios republicanos: "? encerrados voluntariamente en las diferentes iglesias ante el Santísimo Expuesto después de haberse jugado las pestañas ante el tapete verde y estar ahítos de alcohol o recién salidos del lecho del pecado? ¿Cuántos de ellos que iban armados y dispuestos a matar estarían en ese momento de rodillas adorando al Santísimo?".

Entre Cala y Don Tomás, Jerónimo, el nieto mayor de la marquesa de Palmagallarda, se perfila como el continuador de los vicios y las virtudes de ambas clases sociales enfrentadas, sin que esta intuición pueda ser corroborada, ya que la novela se interrumpe con los sucesos del 18 de julio de 1936. Romero de Solís prepara una continuación en dos próximos volúmenes que conformarán con el actual una trilogía en la que trata de retratar la intrahistoria de la evolución de las clases sociales en España durante los años convulsos de la guerra y la posguerra.

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