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Un grito en el silencio

La editorial El Ángel Caído publica el poemario ´El ciervo aplaudido´, de Leopoldo María Panero, inédito en España

El ciervo aplaudido - LEOPOLDO MARÍA PANERO - El Ángel Caído 52 páginas

El poeta del genio indómito, brillante y esquizoide, Leopoldo María Panero, declamó este verso en sus últimos estertores literarios: "Cuando el silencio se pierda / quedará sólo el grito / el grito de la locura / que no conoce semejante".Y cuando se hizo el silencio con su muerte, el pasado febrero de 2014 en la capital grancanaria, quedó el grito de su poesía. "Panero es un grito en el silencio, una herida sin cicatrizar", escribió Michela Scalia, filóloga italiana y fotógrafa, en el texto introductorio de El ciervo aplaudido (2016), que ve la luz estos días de la mano de la editorial El Ángel Caído.

Este poemario, que permanecía inédito en España, se publicó en Italia el pasado 2012, en una edición bilingüe a cargo del poeta Ianus Pravo, traductor al italiano de Panero y testigo de la que fuera "su propia desnudez de último poeta". En el prólogo de esta nueva edición en español, arropada con las fotografías de Scalia en blanco y negro, Pravo relata que "después de que un loco, en el manicomio de Las Palmas de Gran Canaria, le destruyera la máquina de escribir, Panero sólo dictaba sus textos a unos pocos amigos". Y en las terrazas de los bares de la capital grancanaria, entre botellas vacías de coca-cola y cigarrillos aplastados "como si fueran niños", registró aquellos esos versos que cristalizaron en El ciervo aplaudido.

Esta aventura poética atesora un precedente en Estantigua. Senz'arma che dia carne al imperium (2011), un "diálogo imposible" trazado entre poeta y traductor, que el editor de El Ángel Caído, Adolfo García, rescató en España el pasado 2015. "Estantigua; una palabra espectral que a Panero le encantaba", recuerda Pravo. Ahora, en este nuevo legado poético, distingue "el aullido, el gemido, el dolor" de sus versos. "Sus largas y exuberantes composiciones se han hecho descarnadas en estos extremos textos de su poesía última", destaca el traductor. "Pero siempre que leo un libro de Leopoldo me impresiona mucho una cosa: la unión de imágenes duras e, incluso, vulgares, con metáforas e imágenes muy refinadas, literarias y hermosas", apunta". "Esta unión singular es, para mí, lo que proporciona tanta fuerza a su escritura".

Ruinas

"Buscando una ruina más perfecta que la ruina"; "la enfermedad de la piel que se llama poema"; "una vez más / perseguido por el insecto de la vida / por la vida que no es mía", escribió en el aire este poeta madrileño, a quien tal vez el cerco del malditismo terminó por empañar su obra literaria, en lugar de esclarecerla. En este aspecto, la lucidez con que Panero hizo poesía de sus propios abismos, incluso en el filo de su existencia, aún suscita interrogantes sobre aquella inteligencia en ruinas, aquellos destellos de verdad y de trampa que florecían en las mismas grietas de la locura y la autodestrucción. "Tan pronto estoy loco, como estoy cuerdo"; "Sólo soy a ratos", revelaba el poeta a la cámara en el documental Después de tantos años (1994), de Ricardo Franco, brillante secuela del (mítico) documental primigenio de Chávarri.

Ahora, en las páginas de El ciervo aplaudido, Panero bordea el contorno de sus abismos y devuelve una lacerante refracción: "Sólo soy el recuerdo de mí mismo"; "Un fantasma cruel en los bordes de la vida"; "Una lágrima que dice / donde no se puede ya decir nada". Su traductor y amigo, Pravo, destaca, en cambio, la vastísima cultura libresca de Panero, apuntalada con una memoria prodigiosa, casi afianzada en el tiempo. Así lo revelan los versos de El ciervo aplaudido, intercalados con referencias literarias a Lacan, Dante, Pound, Novalis o Kierkegaard, pero zurcidos también con las huellas de poemas anteriores de Panero.

"Una idea fundamental en Leopoldo es que fue un poeta muy contemporáneo, pues siempre tuvo conciencia de que todo lo que se escribe tiene un pasado", manifestó Pravo. "Con esto quiero decir que la página nunca está en blanco, la página ya está escrita, porque existe toda una tradición y una serie de imágenes que han sido elaboradas con antelación". "Las continuas referencias literarias y filosóficas de Leopoldo no responden a un exhibicionismo cultural, sino que nacen de la conciencia de que antes de él hay muchos otros y que, si se quiere crear algo original, sólo puede hacerse en continua lucha con esta tradición", afirma. "Leopoldo sabía que el lenguaje artístico no es simplemente un instrumento de expresión y de libertad, sino que también es un elemento de constricción, una cárcel, porque, como decía Lacan, el pensamiento nunca precede al lenguaje, sino que es el lenguaje el que estructura el pensamiento. Y Leopoldo perseguía la libertad dentro de estos límites".

Con estas nociones, merece la pena embarcarse en las páginas de El ciervo aplaudido, enriquecidas con las introducciones de Pravo y Scalia, junto con las fotografías de esta última, quien imprime "cada detalle, cada surco, la sístole del delicado y sinuoso recorrido a través de una mente clara de loco esplendor". Y concluyo con el brillante verso que da nombre al ejemplar: "El poema es un lago / en donde acaba el ciervo aplaudido sólo por la página / por la página en silencio en donde muere el ciervo / el ciervo atroz de la página / en donde no estoy yo ni está el hombre".

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