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El ansia de vivir de la juventud del 60

Alfonso S. Palomares retrata en "Pyjama Party" el contraste entre la España "unidimensional" del franquismo y una Europa libre y luminosa

Alfonso S. Palomares, en Ourense, con su libro "Pyjama Party". // Iñaki Osorio

Todos los días, Alfonso Sobrado Palomares se sumerge en la lectura de La Biblia. En la entrevista cita, sin el mínimo titubeo, un versículo del Deuteronomio para subrayar la influencia de ese Dios autoritario y vengativo sobre regímenes severos y sociedades "de cera y sacristía", como ocurría en el franquismo. El escritor y periodista ourensano ha volcado su memoria y la de toda una generación, la de su juventud, en su última novela, "Pyjama Party" (Ediciones B). "Quería dejar testimonio de esa época, tanto de lo que era Europa como de lo que era España. Hay muchos libros de la guerra y de la posguerra, pero no existía un libro sobre la juventud de esa época". La narración fluye en boca de Julio Prada, que como el Palomares universitario, descubrió el mundo en Europa, dejando atrás un ambiente ocre y hermético para mirar con ojos ávidos tras el telón de los Pirineos. En el continente descollaban las libertades, los posibles y todo era "luminoso".

El libro, trufado de menciones musicales y literarias -el protagonista se lanza a su viaje con Camus en la mochila, una antología de poemas de Neruda, La sombra del ciprés es alargada, de Delibes, una gramática inglesa y un diccionario-, "es un testimonio de la juventud de toda una época" y relata "la impaciencia por vivir, un ansia por hacerlo de forma diferente". ¿Autobiografía? Mejor dicho, una "autoficción".

El viaje de iniciación del protagonista empieza y finaliza con el verano de 1960. Desde que cruza a Francia en tren -"abrí mucho los ojos para ver el extranjero", dice el texto- hasta su regreso a un país y a una época anacrónicos: "Pasé a la nave central de la estación. En la pared había una gran foto de Franco. Ya estaba en España", concluye el narrador para cerrar el libro. "Aquella era una España de cera y sacristía. Salir al extranjero era como si de pronto el aire se volviera más luminoso. Veías a parejas besándose en los parques, sobre todo en París, y era una novedad y casi una revelación", explica Palomares.

"En Europa, la II Guerra Mundial había terminado hace ya 15 años, el horizonte europeo era pacífico y, los chicos que como Julio coincidieron en un campo de trabajo en Inglaterra, con entre 19 y 26 años, tenían una especie de impaciencia por vivir, un ansia por vivir de manera diferente. Aquella era la época más creadora de Europa y habían conseguido romper muchos tabúes que en España todavía existían. Por aquel entonces habían pasado 20 años desde el final de la Guerra Civil, pero imperaba el dualismo de los vencedores y vencidos. La parte de España de los vencedores dominó sobre la otra y creó una sociedad unidimensional, hermética, pacata, policíaca", hila.

La novela, con la que Palomares quedó finalista de la última edición del Premio Planeta, avanza con el fascinado descubrimiento por parte del joven periodista de esa realidad que se encontraba cerca pero estaba en las antípodas. "Necesitaba un protagonista que supiera captar cómo era la cultura europea de la época. Un periodista que tuviera inquietudes de escritor. Pyjama Party no es el retrato de un solo personaje, sino que quise dar testimonio de una época. Por eso elijo la narración en primera persona, incluso provocando al lector, interpelándolo a lo largo del libro".

El punto de partida de Julio en la novela de Palomares dista de, por ejemplo, el verano de escarceos y romances de Manuel, El Pijoaparte, de "Últimas tardes con Teresa", la obra de Juan Marsé escrita en ese tiempo (1966). Para el protagonista de Palomares todos los intentos de seducción en España eran en vano. El viaje a Europa supuso también una incursión en el otro sexo, en esas fiestas Pyjama Party. "El erotismo es uno de los grandes protagonismos. Para un chico de 20 años aquella sociedad en la que eran pecado los malos pensamientos, ir al extranjero abría los ojos y el alma. Su experiencia le permite descubrir todo lo que va ocurriendo en el paisaje erótico". Y la música elegida con criterio para Pyjama Party es propicia para bailes lentos. "Son las canciones que permitían el acercamiento y el erotismo".

La novela enfila el final con Julio absorbiendo hasta el último hálito de su verano de libertad. Regresar a la España plomiza "era volver a la oscuridad tras haber viajado hacia la luz", con lo que cada minuto contaba. Con destino a casa, Julio compra en la estación de Austerlitz de París Los caminos de la libertad de Jean Paul Sartre y una revista Playboy y lleva una foto de su último ligue, una mujer de 40 años que lo doblaba en edad; una imagen que la Guardia Civil le incautaría en Hendaya, al cruzar la frontera. "Ya que no tiene futuro tenía que vivir el presente desesperadamante. Cuando no hay futuro lo que tiene sentido en la vida es disfrutar el ahora. Es como ese pensamiento un poco camusiano que dice que esperar la otra vida es vaciar de sentido ésta".

Próximos libros

Palomares, que durante el decenio en el que dirigió la agencia Efe no tenía tiempo para "escribir ni una línea", volverá a las librerías en septiembre, con "El evangelio de Venus", una narración sobre el Papa Formoso, cuyo sucesor ordenó desenterrarlo tras 9 meses y vestirlo con los paramentos oficiales para someterlo a juicio. El ourensano escribe columnas, "que nunca estorban a la literatura" y tiene claro su próximo proyecto. "Ahora me tienta escribir una novela sobre Abelardo y Eloísa, los amantes de la Edad Media. Abelardo es el mayor filósofo del siglo XII y quien estableció la teoría de las universidades en la época de las escuelas catedralicias. Se enamoró perdidamente de Eloísa y ella de él. Tenían 38 y 19 años y mantuvieron una relación hasta el fin del aliento, desesperada, hasta el punto de que un tío canónigo de ella llegó a cortarle el sexo a Abelardo". Palomares, que se documenta al detalle, quiere "ir a París para ver cómo sería físicamente la ciudad en el siglo XII, que estaba reducida a la Isla de Francia. Me gustaría ver cómo podía ser el río, los castillos de alrededor, cómo era el paisaje que veía. He leído dos obras de Abelardo pero querría leer directamente toda su obra, que está en latín".

"Me tentaría cubrir el Brexit"

  • El ourensano Alfonso Palomares, responsable de la agencia Efe durante 10 años, cuando la precariedad del periodismo era menor, se granjeó predicamento dentro y fuera de España. Entrevistó a líderes como su amigo Felipe González, Fidel Castro, Willy Brandt o Ben Bella. Cada mañana, hacía una ronda de llamadas con los corresponsales que cubrían el mundo "para darles ánimos". Cuando unos 80 plumillas en prácticas desembarcaban en el verano, los recibía con un consejo redondo: "escribid siempre cerca del punto final, guardad la lírica para hacer poesías", ya que "bajo las balas de Beirut, imagínate, hay que redactar o dictar lo más rápido posible".

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