Todo transcurre en el interior de su cabeza, mientras permanece inmóvil, muy quieta (todos tenemos algún juego infantil que nos gusta conservar en la vida adulta). La palabra que hoy ha desencadenado el proceso es 'aniversario', ayer él le envió un breve mensaje al móvil: 'Celebraremos el aniversario lejos de casa. Saldremos a las nueve".
Imma Monsó entró por la puerta grande en la novela con Nunca se sabe, ganadora con toda justicia del premio "Tigre Juan" en 1998, a la que siguieron, sin prisas pero sin pausas, Como unas vacaciones, Un hombre de palabra, Una tormenta y La mujer veloz. Con El aniversario, Monsó recurre a elementos del "thriller" para adentrarse en la espesura de la vida íntima de una pareja.
Todo comienza con una pareja en crisis que "de entrada decide solucionar sus problemas no sentándose a hablar, que es lo típico, sino que optan por callar. El silencio como solución me pareció un tema interesante: el diálogo está sobrevalorado y además normalmente lo que llamamos diálogo no es tal. A partir de ahí él le envía un mensaje para celebrar un aniversario y ella accede, aunque ni siquiera sabe de qué aniversario se trata. Ahí empieza un suspense cuyo punto álgido no es tanto averiguar en qué consiste el regalo (siniestro, por cierto), sino que la sorpresa que asombra al lector es saber exactamente quién es quien".
Ese asombro lo sintió ella misma escribiendo pues "soy básicamente una escritora instintiva, que se guía por la intuición y que se da cuenta de que es a posteriori cuando todo encaja, encaja porque en lo más profundo del inconsciente estaba esa verdad que sólo se conoce escribiendo: la novela está para eso, para averiguar cosas que sabíamos... pero que en realidad no sabíamos que sabíamos".
¿Qué problemas surgen cuando es necesario dar vida literaria a los niños que aparecen en la novela? "Las voces resuenan, no suelo tener problemas para dar vida literaria, más bien para 'recortarla' o 'modelarla' a posteriori". Cabe pensar que en la infancia se encuentra la respuesta a muchas de las preguntas que nos formulamos en el presente. "Sin duda: ahí está todo".
El hecho de emplear elementos de la novela de suspense más clásica podría interpretarse como un homenaje y también como una forma de adentrarse en la psicología de los personajes por las zonas más sombrías y llenas de amenazas. Lo cierto es que Monsó admite que "he dado rienda suelta a una cierta 'nostalgia de thriller' que hay en muchos novelistas", y esa nostalgia convierte El aniversario en un juego apasionante donde el propio subconsciente tiene un papel destacado. Algo que a la autora no la inquietó en modo alguno: "Me divertí más bien, viendo el inesperado giro que tomaban los acontecimientos". Esa diversión se traslada al lector y le coloca en un terreno de letras movedizas donde todo es posible y la incertidumbre se apodera de pensamientos y emociones hasta alcanzar un punto de ebullición que confirma la capacidad de la escritora para crear tensiones a partir de detalles y situaciones en las que cualquier se puede identificar. El resultado es una inquietante novela de ritmo perfecto.
