Durante miles de años fue conocido como el Infierno, el Hades o el Purgatorio... aunque en realidad jamás fue ninguno de ellos. Es simplemente el Aeropuerto, un lugar insólito que reproduce un sucedáneo de vida, donde los antiguos demonios se han convertido en funcionarios. La narración de No habrá Dios cuando despertemos trascurre en ese singular espacio, donde reinan el azar, el riesgo y una caprichosa burocracia. La novela ha recibido el Premio Tristana. T.G.