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Amor y decadencia

Eileen Chang, una de las escritoras chinas más famosas, por primera vez traducida al castellano

Eileen Chang, de la que Libros del Asteroide acaba de publicar por primera vez traducida al castellano la pequeña novela Un amor que destruye ciudades junto al relato Bloqueados, fue una escritora popular en China antes de tener que exilarse en la primavera de 1952. Primero se dirigió a Hong Kong, donde nada más llegar recibió el encargo de traducir El viejo y el mar, de Hemingway; el segundo, rumbo a Estados Unidos, país en el que empujada por los nuevos vientos comunistas permaneció hasta su muerte en 1995. Jamás regresaría a Shangái, la ciudad en que abrió por vez primera vez los ojos en el seno de una familia de clase alta muy peculiar con un padre adicto al opio que la maltrataba y que incluso la mantuvo encerrada durante un tiempo.

Para los lectores occidentales, Chang es todavía un misterio. Hasta hace unos años, en que el mundo anglosajón se empeñó en recobrarla, muchas de sus obras en chino se hallaban sin traducir. Su única huella permanecía indeleble en una película, Deseo, peligro, de Ang Lee, que los aficionados al cine recordarán y tiene como telón de fondo de su tórrida trama precisamente la ciudad ocupada por los japoneses. La misma Shangái donde publicó sus primeros cuentos seriados y nouvelles que la convirtieron en una escritora famosa, y también en la que conoció al que sería su primer marido, un político del gobierno títere nacionalista de Nankín que colaboraba con los ocupantes y del que se divorciaría tres años después.

Descendiente de aristócratas, Chang estaba interesada, a la vez, en la literatura canónica y en el arte popular. Su curiosidad hizo de ella una lectora omnívora que abarcaba de la poesía clásica china a las novelas románticas seriadas de los tabloides. En su prosa el clasicismo no se despoja jamás de esa tendencia a penetrar en las vidas corrientes de las personas que tanto ha inspirado a directores de cine como Zhang Yimou o Wong Kar-wai. Cada vez que uno pasa página en Un amor que destruye ciudades es como si penetrara en las secuencias de In the Mood for Love (Deseando amar), la película más famosa de este último. Su gran fuerza como autora está en la representación de la condición humana y sus complejidades y del amor en las circunstancias más difíciles: en ciudades que viven su decadencia como sucedió en Shangái, en las relaciones amorosas límite lastradas por la moral tradicional que las llega a hacer imposibles, o en triángulos que culminan en tragedias como en Red Rose, White Rose (La Rosa roja y la Rosa blanca), una novela traducida al inglés en 2011, en la que el protagonista, Zhenbao, se mueve en el peligroso equilibrio pasional entre una "puta" y una "virgen", su amante occidentalizada y su mujer conservadora, bajo el acuciante mandato de su propia necesidad.

Chang tuvo un ojo privilegiado para la belleza de las pequeñas cosas, los colores, las telas y los tejidos, la suciedad, la luna y el sol, el palo de incienso, el humo del opio, las zapatillas bordadas, el aroma de perfume barato, la música melancólica del huquin o "las bellas damas legendarias por cuyo amor se destruyen ciudades" o caen otras, como en el caso de Hong Kong. Para el aguacero monzónico que todo lo empapa y hasta humedece los corazones: "La cubierta del paraguas estaba decorada con hojas de loto color verde malaquita sobre fondo rosa. Las gotas de agua se deslizaban por las varillas. La lluvia arreció y, a través de su rumor, se oyó el chasquido de las salpicaduras producidas por los neumáticos de un coche". No sé si están viendo en ello las imágenes de Wong Kar-wai, pero, al menos, sí existe la imperiosa necesidad en Eileen Chang de transubstanciar tantos detalles como se pueda en palabras. En ello, realmente, consiste la literatura, en los detalles, decía Nabokov.

Un amor que destruye ciudades, ambientada en la convulsa China de los años cuarenta, es la historia de una pasión sexual contenida que se enfrenta a las barreras del tiempo, la incertidumbre del momento y las ataduras sociales. Liuyuan le recita a su amada, Liusu, un poema del Libro de las odas: "En la vida, en la muerte, en la distancia, de todo corazón yo te prometo. Tomados de la mano viviremos, unidos hasta el fin, los dos ancianos". Una especie de declaración de principios.

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