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El puzle de la vida

Eva Monzón teje una sensible crónica de ajuste continuo a las mutaciones del tiempo que sufren las personas

La escritora Eva Monzón.

Con El día a día, la escritora Eva Monzón se marcó el desafío de contar lo frágil que es la línea temporal de cualquier vida, haciendo añicos "esa falsa seguridad que nos hace creer que, tanto nosotros, como la vida que llevamos, es estable. No lo es: cambiamos, adaptándonos, o no, a ese fluir constante de los días que nos definen: cada vida es la crónica del ajuste continuo a las mutaciones del tiempo".

A partir de esa idea , la novela se desarrolla "modificando por completo el destino aparente de una familia: cada uno de ellos se desgaja de lo que debería haber sido su vida, para tener que afrontar otra completamente diferente. Solos, han de aprender a situarse, adaptándose a las nuevas condiciones si quieren sobrevivir; tienen que luchar contra sus recuerdos, a la vez, que deben conservarlos para no perder su identidad. Un equilibrio complejo en el que se moverán los personajes, dependiendo de la capacidad que tienen para aclimatarse a ese caos, que han de ordenar para vivir en él".

Los lectores tienen fácil identificarse con lo que sucede en la narración. Y es que "todos pasamos por mutaciones así, no hay vida que no las tenga, solo que algunas son mucho más drásticas que otras. Aquí lo son".

Para alcanzar el punto exacto de una narración que no dejara cabos sueltos y abarca lo más posible de esos escenarios íntimos, la autora buscó "la técnica fragmentada, no solo porque así queda claro el desorden de esos días, sino por lo interesante; se van dando piezas sueltas, y el lector las va uniendo, creando con ellas la imagen completa de lo que van encontrando: es un modo de implicar, activamente, a quien lee: se es, a la vez, lector y autor".

Ha disfrutando mucho contando esas vidas "donde al trastocarse crearon, asimismo, una cadena de acontecimientos que jamás habrían ocurrido si no se hubiesen apartado de ese destino primero. El encadenamiento de sucesos que se da al descolocar uno solo, es inquietante. Eso también quería que se notase en este día a día".

El título, que puede parecer simple, "es justo lo que quería trasmitir: ese día, a día, a día que implica vivir y cómo llevarlo lo más dignamente posible, o en su defecto, sobrevivir". "La mayor traición contra la vida es la vida misma". Una frase contundente con la que Monzón quiere decir que la Vida, con mayúsculas, "va por un camino independiente de la vida que querríamos llevar, los planes, proyectos, ilusiones que nos hacemos no suelen coincidir con la vida que, al final, llevamos, a veces para bien..." Al ir creando el puzle "las mismas piezas debían estar ordenadas en un desorden claro, para que el lector quisiera recogerlas evitando que fuesen meros trozos obvios o deslabazados. Ahí tuve mis más y mis menos".

La potente idea original se mantuvo aunque fue aumentando a medida que se iba escribiendo, "abarcando más temas que pasaron a arropar esa idea primera, así que aumenté el puzle fragmentando y alternando las voces principales; ahora no solo el niño tenía su mosaico, sino también la hermana y la madre, desde ellas abría más destinos cambiados".

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