Tres relatos de Virginia Woolf son los que componen este libro y que muestran lo que a ella le gustaba denominar momentos de existencia. En ellos, personajes y acciones quedan supeditados a imágenes poéticas, alejadas de las banalidades de la vida. El primero, y que da título al libro, está ambientado en el fabuloso jardín botánico de Londres; el segundo, Una casa encantada, reescribe un tradicional cuento de fantasmas, mientras que en "La marca en la pared", hace uso del monólogo escrito en primera persona para hacernos volar de un recuerdo a otro.