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John Rebus, sobre todas las cosas

El libro negro nos devuelve, en un confuso proceso de edición que rompe las secuencias temporales, al policía duro de Ian Rankin

El escritor escocés Ian Rankin, con una de sus novelas.

John Rebus, el tipo duro que creó el novelista escocés Ian Rankin (Cardeden, Fife, 1960), es todo un detective "hardboiled". Veterano de las SAS, bebedor de más; un tipo que se alimenta de pasteles de carne y que es incapaz de mantener una relación amorosa. Escucha clásicos del rock asomado a la ventana de su piso de Arden Street mientras se queda traspuesto al llegar la madrugada. Compra café en la tienda de la esquina después de tirar a la basura botellas de whisky de malta de primera que han rodado por un piso que, en el fondo, es una leonera. Prefiere la insubordinación a seguir las reglas si con ello consigue la resolución de un caso. En este sentido, Rebus es nieto de Philip Marlowe o del detective sin nombre de Dashiell Hammett. Su singularidad, sin embargo, está en la ciudad en la que trabaja: Edimburgo, la capital de Escocia. Rebus empezó siendo oficial del departamento de Policía de Lothians y Scottish Borders y últimamente se ha jubilado y después ha vuelto al tajo, a la Policía de Escocia, que es una institución que ha absorbido todos los departamentos regionales que hasta hace nada funcionaban autónomamente en el país de Stevenson.

En su primera aventura -Nudos y cruces, 1987- el detective se enfrentó a un asesino en serie vengativo, capaz de abrir una herida de su pasado. De entonces acá, Rebus ha protagonizado 18 novelas más. La última hasta el momento era La Biblia de las tinieblas, que RBA publicó el año pasado. La novela de 2015 es El libro negro, que, singularmente, es la quinta de la serie: Rankin la publicó en el Reino Unido en 1993. La editorial española tardó mucho en decidirse por publicar todas las novelas que protagoniza Rebus de manera cronológica. Y eso es un verdadero incordio. Rebus, desde luego, no es Sherlock Holmes, pero no aspira a ello. Rebus es un buen policía que se ha ganado a la vez tanto el desprecio de parte de sus compañeros, como su admiración. Y eso lo ha conseguido tras haber renunciado a su vida personal y, en consecuencia, tras haber decido alienarse: Rebus es policía y no puede ser otra cosa que policía. Y en su virtud arrastra la penitencia. Por esto, se hace difícil seguir su peripecia vital si saltamos de la renuncia de la jubilación en 2014, a la plenitud investigadora de 1993. Entonces andaba por los cuarenta y ahora supera los sesenta y cinco años (no hace mucho se presentó en Escocia una obra de teatro con Rebus como protagonista). RBA ha decidido que los lectores vivamos estos tránsitos temporales con desesperanza. Y lo que nos queda: faltan las traducciones de Mortal causes, Let it Bleed y Dead souls, la sexta, la séptima y la décima novelas.

Pese a todo esto, Rebus sigue dando alegrías. Y en El libro negro, la más importante de todas: el inspector escocés comparte piso con unos estudiantes que le han alquilado la casa y es que, de nuevo, su relación de turno se ha desquebrajado. Además, se enfrenta a su archienemigo -el gánster Big Ger- a sangre y fuego y, asimismo, se presenta por primera vez la gran Siobhan Clarke, policía joven con ganas de aprender del más talludo y rebelde del cuerpo. Clarke es una mujer bella, aficionada al Hibernian, uno de los dos equipos de fútbol de Edimburgo. Y es que la serie de Rebus es también un máster de aprendizaje de los secretos de una ciudad con tanta historia como muertos violentos, una ciudad que recuerda a los profanadores de tumbas en salas de museos y de pasados. En El libro negro, sin embargo, aun este contexto histórico todavía se diluye en ficción: en vez de tomar pintas en el más que real The Oxford Bar (en Young Street) lo hace en el recreado Sutherland Pub. Rankin hace tiempo que ha asumido que Rebus es un tipo de carne y hueso. Y los lectores, también. Por eso seguimos anhelando cada paso que da. Aunque haya sido hace más de veinte años y la resolución del misterio se haga con el truco manido de un diario encontrado. El mejor Rankin, es el más maduro. Siempre.

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