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Epístola a los ateos

Se publica "La filosofía del vino", obra del húngaro Béla Hamvas que consiste en una ácida sátira social que se apoya en el elogio al vino

Epístola a los ateos

Para Béla Hamvas, es ateo aquel que carece de algunas de las facultades que adornan al resto de los humanos, entre ellas la de gozar de los placeres de la vida, por creer obsesivamente y emplear su tiempo en divulgar una idea fija: la no existencia de Dios. Este libro, "La filosofía del vino" (Acantilado) está escrito como una sucesión de plegarias dirigidas a los ateos para que reflexionen sobre su actitud. Lo hace sin nombrar nunca a Dios, a quien sustituye por mujer, ebriedad, beso, jamón cocido€ y sobre todo vino, conceptos todos ellos con los que también se puede identificar al Supremo. Es evidente que al leer este texto han de aceptarse las reglas con las que está escrito, sobre todo las del humor y la ironía con las que Hamvas hace uno de los elogios más imaginativos del vino, elemento que aprovecha para ilustrar y sintetizar los grandes valores de su filosofía: la presencia de lo divino en el mundo de los sentidos.

De idénticas características a los ateos, según el escritor húngaro, son las sectas tenebrosas de los puritanos y los pietistas, a quienes los prejuicios, la tendencia a escandalizarse por las cosas más nimias, la moral implacable, la adoración soberbia y vanidosa de uno mismo€ los hace incapaces de saborear los goces que la vida ofrece a los seres humanos, entre ellos el del vino. A pesar de las diferencias, todos ellos practican la religión o alguno de sus sucedáneos, puesto que no es posible vivir sin religión. Así que todos tienen la suya. Incluso los ateos tienen su religión, que es el materialismo. Dictadura, progreso, humanismo (en las mujeres vanidad, narcisismo, coquetería) serían otros sucedáneos. El santo de la religión atea es Einstein y por eso otra variante del ateísmo sería el cientifismo. Los cientifistas sustituyen amor por instinto sexual, trabajo por producción, alimentación por consumo€ y no comen carne, patatas, ciruelas, peras, manzanas o miel, sino calorías, vitaminas, hidratos de carbono, proteínas€

In vino veritas

La salvación está en el vino. Todos los vinos pertenecen a una misma y única divinidad, pero cada vino posee su genio particular y emana fragancias diferentes, como las distintas zonas del cuerpo de la mujer, cuyo conocimiento aconseja Béla Hamvas a pietistas, puritanos y cientifistas. El vino es amor en estado líquido, por eso con la edad resulta más fogoso. Para ilustrar de las bondades del vino, Hamvas hace un recorrido por los diferentes caldos de su país, Hungría, aunque sus consideraciones podrían trasplantarse a cualquier otro territorio. Para convencer a los ateos y sus variantes, aplica atributos humanos a los vinos, tanto físicos (rubios, morenos) como espirituales (místicos, lógicos, tranquilos, locuaces), incluso musicales (sopranos, contraltos, tenores, polifónicos y sinfónicos).

Según Hamvas el órgano más valioso del hombre es la boca porque permite una triple actividad vedada a resto de los sentidos: hablar, besar y comer (y su variante beber). Comer sería un acto físico, mientras beber es a todas luces un acto anímico y por eso hay que ajustar la comida al vino y no al revés, como se hace habitualmente (el escritor ofrece una clasificación de carnes y pastas según la clase de vino que se vaya a consumir durante la comida), aunque tampoco sea imprescindible: "Hay -dice- una sola ley para beber: en cualquier momento, en cualquier lugar, de cualquier manera€ la misma que rige para el amor". Por algo la ebriedad, según Hamvas, no es otra cosa que la forma superior de la sobriedad: la ebriedad es la vida iluminada.

Escritor y filósofo húngaro

Béla Hamvas (1897-1968) fue un escritor y filósofo húngaro, víctima del régimen comunista por sus ideas en defensa del arte abstracto. El gobierno de su país prohibió la publicación de sus escritos durante los últimos veinte años de su vida.

Después de la Gran Guerra la familia de Béla Hamvas se trasladó a Budapest desde Presov, el pueblo en el que había nacido. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo en el frente hasta que desertó y se ocultó en la capital. En enero de 1945 perdió su biblioteca y parte de sus escritos en un bombardeo que destruyó la vivienda familiar. Durante muchos años trabajó como bibliotecario de la Biblioteca Municipal de Budapest, hasta que en 1948 el régimen lo destituyó por sus ideas anticomunistas, forjadas durante su juventud en el círculo Sziget. Privado de su puesto de trabajo y de la posibilidad de publicar sus escritos, tuvo que trabajar como obrero en varias centrales térmicas de Hungría. Entre sus obras destacan "A magyar Hiperion" (El imperio húngaro), "Patmosz", "La Historia invisible" y la novela "Carnaval". En "Scientia Sacra", su obra cumbre, integra las tradiciones de Oriente y Occidente a través de los clásicos orientales y los místicos europeos.

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